lunes, 29 de septiembre de 2008

LUZ INTERIOR



Yo soy la luz del mundo (dijo Jesús). (Juan 8:12)
Dios es luz. (1ª Juan 1:5)
Vosotros sois hijos de luz. (1ª Tesalonicenses 5:5)
Sois luz en el Señor. (Efesios 5:8)

Toyohito Kagawa, un cristiano japonés, en su abnegado servicio para menesterosos había contraído una enfermedad de los ojos que le expuso a una total ceguera y le obligó a permanecer inactivo y acostado durante meses con los ojos vendados.
En esas condiciones pudo dar un testimonio: “Mi Dios es mi luz. En tanto que las cosas que me rodean están sumergidas en oscuridad, en mi ser interior resplandece la luz de mi Dios”.
En circunstancias en que muchos otros se hubiesen hundido en la depresión, la amargura o la rebeldía. Toyohito poseía un recurso interior: la luz divina que lo ponía en una viva relación con dios: luz que introducía a Dios en esas circunstancias y le permitía verlas y vivirlas de una manera muy diferente.
El testimonio prosigue así: “Mi salud se fue. Mi vista está comprometida. Pero, mientras estoy solo en la oscuridad, Dios me da su luz. Agudos dolores me traspasan como llamas y, sin embargo, aun en ese horno ardiente la misericordia de dios, por lo cual no cambiaría lo más maravillosos tesoros, no deja de colmarme”.
Qué extraordinario poder puede comunicar la vida divina a un hombre a quien las circunstancias habrían debido abatir y que, sin embargo, las atraviesan como vencedor “por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:37)

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