miércoles, 27 de noviembre de 2013

LA AUTO-DISCIPLINA EN LA BIBLIA

“…LO PONGO EN SERVIDUMBRE…” (1 Corintios 9:27) Controlarte a ti mismo va a ser siempre tu mayor desafío. Para conseguirlo debes seguir estos 3 pasos simples: (1) Conocerte Pablo escribió: “…golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27). Si Pablo hacía frente a esta posibilidad, es mejor que aprendas a reconocer “las minas” que hay en tu propio camino. (2) Eliminar excusas Lucha contra toda tendencia interior a poner excusas. Lo que era bueno para otros, no lo era para Pablo porque él entendió su misión. Escucha: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene… para recibir una corona… incorruptible” (1 Corintios 9:25). (3) Concentrarte en las recompensas Un matrimonio anciano había pasado un par de días en un camping cuando una familia llegó a su lado. Tan pronto el vehículo paró, salió un matrimonio con sus tres hijos. Un niño empezó rápidamente a bajar neveras, mochilas y otros enseres, mientras los otros dos montaban de prisa las tiendas de campaña. El lugar quedó listo en quince minutos. El matrimonio de ancianos estaba perplejo. “Está claro que trabajáis muy bien juntos”, dijo el viejo señor. “Sólo con el sistema de recompensa adecuado”, contestó el padre. “¡Nadie va al baño hasta que esté montado el campamento!”. ¡Nada nos motiva más que las recompensas! Así que la próxima vez que estés tentado a hacer lo que es fácil en vez de lo que es correcto, cambia tu enfoque; ¡piensa en las recompensas en vez de los inconvenientes!

martes, 26 de noviembre de 2013

CARTAS VIVIENTES

2 Corintios 3:1-11 Siendo manifiesto que sois carta de Cristo […], escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo… —2 Corintios 3:3 En noviembre de 1963, el mismo día en que el presidente John F. Kennedy fue asesinado, murió otro líder: Clive Staples Lewis. Este erudito de Oxford, convertido del ateísmo al cristianismo, fue un prolífico escritor. De su pluma surgieron libros sobre temas intelectuales, ciencia ficción, fantasías infantiles y mucho más, con un poderoso mensaje cristiano, los cuales Dios ha utilizado para la salvación de muchos, incluidos un político y un científico ganador del premio Nobel. Algunas personas son llamadas a hablarles de Jesús a otros mediante sus escritos, pero todos los creyentes somos llamados a ser «cartas» de Cristo al dar testimonio de Él con nuestra vida. Pablo afirma: «Siendo manifiesto que sois carta de Cristo […], escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo… (2 Corintios 3:3). Sin duda, el apóstol no está diciendo que somos trozos de papel en donde se ha escrito el mensaje de Dios. Pero como cartas vivientes, podemos demostrar que Jesucristo marca una diferencia en cómo tratamos a los demás y nos esforzamos para vivir con integridad. Pocos impactarán a otros como lo hizo C. S. Lewis, pero ¡todos somos llamados a dar gloria a Aquel que nos ama y nos ha redimido! —HDF Somos «cartas de recomendación» de Cristo para todos los que leen nuestra vida.

lunes, 25 de noviembre de 2013

CUBIERTOS

Lucas 1:26-38 … El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra… —Lucas 1:35 Hoy hace 50 años, el asesinato del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy dejó pasmado al mundo entero. El día después de que le dispararon, un artículo del periódico londinense The Times habló de las repercusiones del hecho en los mercados financieros en todo el planeta. Se titulaba: «Todos los otros eventos quedaron relegados por la tragedia en los Estados Unidos». Hay momentos en nuestra vida cuando una muerte, una tragedia o un repentino giro de los acontecimientos eclipsan todo lo demás. Le sucedió a una joven soltera a quien se le dijo que se convertiría en la madre del Mesías prometido, el Hijo de Dios (Lucas 1:26- 33). Cuando preguntó en qué momento ocurriría, el ángel Gabriel declaró: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (v. 35). La imposibilidad en la vida de María no fue cubierta por la oscuridad, sino por la brillantez de la gloria y el poder de Dios. Su respuesta sigue dejándonos asombrados: «Hágase conmigo conforme a tu palabra» (v. 38). Durante las semanas siguientes, mientras volvemos a leer la historia de la Navidad y pensamos en el nacimiento de Jesús en nuestro mundo, vale la pena reflexionar en la palabra cubrirá, ya que habla de una manera sumamente poderosa de la presencia del Señor en nuestro corazón y su capacidad de hacer relumbrar los momentos más oscuros. En toda situación, el amor y el poder de Dios nos cubren.

sábado, 23 de noviembre de 2013

INTERÉS GENUINO

Filipenses 2:1-5 No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. —Filipenses 2:4 La primera noche del campamento para familias, el director comunicó el programa de la semana. Cuando terminó, preguntó si alguien quería decir algo. Una joven se puso de pie e hizo un conmovedor pedido de ayuda. Habló de su hermanito (un niño con necesidades especiales) y el desafío que implicaba cuidarlo. La familia estaba agotada, y nos pidió a todos que ayudáramos a cuidarlo durante la semana. Fue un pedido motivado por un interés genuino por su hermano y sus padres. A medida que pasaba la semana, era maravilloso ver cómo todos ayudaban a esta familia. Su pedido fue un sutil recordatorio de cuán fácilmente podemos encerrarnos en nuestro mundo, vida y problemas… hasta el punto de no ver las necesidades de los demás. Pablo describe así nuestra responsabilidad: «No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Filipenses 2:4). El versículo siguiente nos recuerda que esto es parte del ejemplo de Cristo: «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús». Nuestra ayuda manifiesta un interés semejante al de Cristo por aquellos que sufren. Apoyémonos en la gracia de Dios y confiemos en Él a fin de que nos capacite para servir a otros durante sus necesidades. Nada cuesta tanto como el interés… excepto el desinterés.

viernes, 22 de noviembre de 2013

COMPAÑERO DE VIAJE

Salmo 39 … Porque forastero soy para ti, y advenedizo, como todos mis padres. —Salmo 39:12 Hace poco, miré la lista de quienes se habían graduado conmigo en el seminario y descubrí que muchos de mis amigos ya habían muerto. Fue un aleccionador recordatorio de la brevedad de la vida. Alrededor de los 70, años más años menos, ya no estamos (Salmo 90:10). El poeta israelita tenía razón: Aquí solamente somos forasteros y advenedizos (39:12). La brevedad de la vida me hace pensar en nuestro «final»: la extensión de nuestros días y la rapidez con que pasan (v. 4), un sentimiento que se hace más real a medida que nos acercamos al final de nuestra vida. Este mundo no es nuestro hogar; aquí somos extranjeros y peregrinos. Sin embargo, no estamos solos en el viaje. Somos forasteros y advenedizos con Dios (39:12), un concepto que torna esta travesía en algo menos inquietante, menos atemorizante, menos preocupante. Atravesamos este mundo para entrar en el próximo con un Padre amoroso que nos acompaña y nos guía permanentemente. Aquí en la Tierra, somos extranjeros, pero nunca estamos solos en el recorrido (73:23-24). Tenemos a Aquel que afirma: «Yo estoy con vosotros todos los días» (Mateo 28:20). Podemos perder de vista a padre, madre, cónyuge y amigos, pero siempre sabemos que Dios está caminando a nuestro lado. Un antiguo adagio lo expresa de este modo: «Ir bien acompañado hace que el camino parezca más fácil». Mientras recorres el cansador camino de la vida, deja que Jesús levante tu pesada carga.

jueves, 21 de noviembre de 2013

EL AUTO-PERDÓN EN LA BIBLIA - Parte 1

“…ACEPTOS EN EL AMADO… TENEMOS… PERDÓN…” (Efesios 1:6,7) Es cierto que eres un producto de tu pasado, ¡pero no tienes por qué ser prisionero de él! Cuando te niegas a perdonarte a ti mismo, estás tomando la decisión de ser infeliz el resto de tu vida. Éstas son algunas consecuencias que a lo mejor nunca has considerado: (1) No sólo te concierne a ti. A la desdicha le gusta la compañía. Cuando persistes en hacerte daño, tus seres queridos también serán dañados. Es inevitable, porque cuando “te revuelcas” en sentimientos de culpabilidad, eres más retraído y crítico, y menos abierto y cariñoso. Como consecuencia de ello, tu pareja, tus hijos, tus parientes, tus compañeros de trabajo y tus amigos (¡incluso hasta tu perro!) sufren juntamente contigo. (2) Tu mente afecta a tu cuerpo. Los médicos dicen que la falta de perdón genera substancias químicas que afectan directamente a los órganos vitales. Incrementan el ritmo cardíaco, aumentan la presión sanguínea, provocan malestares digestivos, tensan los músculos, descargan colesterol en el flujo sanguíneo y reducen la habilidad para pensar con claridad. Cada vez que vuelves a “visitar” tu pasado, aquellos sentimientos negativos envían una descarga de substancias químicas corrosivas. Sólo ahora es cuando la ciencia está confirmando lo que Dios ha sabido siempre, es decir, que aquellos que no se perdonan a sí mismos ni a los demás son más propensos a padecer ataques de corazón, depresiones, hipertensión y otras enfermedades graves. (3) Te quedas atrapado en el pasado. El Señor dice: “Todo tiene su tiempo…” (Eclesiastés 3:1). Una vez que te has arrepentido y has sido perdonado, el tiempo de lamentarse ha terminado. Necesitas empezar a mirar hacia delante, de lo contrario te quedarás permanentemente atrapado en el lodo de tu propio pantano. La Biblia dice: “…aceptos en el Amado… tenemos… perdón…” (Efesios 1:6,7). Por lo tanto, perdónate a ti mismo y a todo aquel que tengas que perdonar, y sigue adelante con tu vida. “MIENTRAS CALLÉ, SE ENVEJECIERON MIS HUESOS EN MI GEMIR TODO EL DÍA…” (Salmo 32:3) Perdonarse a uno mismo es particularmente difícil: (a) por haber fracasado en algún gran proyecto de tu vida, como por ejemplo un matrimonio, o una carrera; (b) cuando tus acciones han herido a otras personas; (c) cuando tu estilo de vida te ha dañado; (d) por no haber hecho algo a pesar de que sabías que debías hacerlo. Por ese motivo, aquí hay algunas sugerencias: (1) Confiesa lo que has hecho. Si piensas que eres “único”, esto impedirá que te des un respiro. Además, la confesión evita que caigas en la negación. Una vez que has obtenido el perdón de Dios, busca el apoyo de un amigo en quien puedas confiar. David dijo: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día… Dije:’Confesaré mis rebeliones al Eterno’, y Tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmo 32:3,5). (2) Pulsa el botón “Stop”. A menudo, no es la ofensa en sí misma la que hace sentirte mal, sino la culpa y el estrés asociados al recuerdo de tus acciones. Tu reacción habitual es el verdadero problema. El análisis continuo de tus fracasos no te llevará a ningún lado; lo único que hace es ofender a un Dios misericordioso. Así pues, cuando te “pilles” haciendo eso, pulsa el botón “Stop” y “cambia de canal”. Céntrate en el hecho de que Dios te ha perdonado, y deja atrás el asunto. (3) Reemplaza el sentimiento de culpa por el de gratitud. No es difícil de hacer; sólo tienes que meditar sobre la bondad del Señor. Entra en cualquier supermercado y dale gracias por la abundancia de los buenos alimentos que puedes disfrutar. O bien haz una visita a un hospital o un centro de rehabilitación y sé agradecido por tu salud. Cuando las busques, encontrarás muchas cosas por las que puedes darle gracias a Dios hoy. “ESCUDRIÑEMOS NUESTROS CAMINOS… Y VOLVÁMONOS AL ETERNO” (Lamentaciones 3:40) Negarse a perdonarse a uno mismo es igual que intentar conducir tu coche pisando el freno: impide cualquier avance. Aquí hay algunas causas: (1) Expectativas irreales. Todos tenemos una serie de reglas subconscientes para saber cómo debemos comportarnos. Muchas provienen de la infancia y ya no nos sirven. Por ejemplo, ¿es realista pensar que puedes trabajar doce horas al día, acudir a todos los actos del colegio, atender una casa a la perfección, tener descanso suficiente, y aún así tener tiempo para Dios y tu familia? Escucha: “Escudriñemos nuestros caminos… y volvámonos al Eterno” (Lamentaciones 3:40). (2) Sentirte mal, en vez de hacer el bien. Escucha: “…Probaos a vosotros mismos” (2 Corintios 13:5). Si te sientes fracasado/a como padre o madre, esfuérzate para convertirte en un/a abuelo/a estupendo/a, o trata de ayudar a algún niño o adolescente que necesita ayuda. Hay muchísimas oportunidades a tu alrededor. Recuerda, “…el que sacie a otros, también él será saciado” (Proverbios 11:25). “Las raíces” de la felicidad crecen en “la tierra” del servicio, así que: “¡Manos a la obra!”. (3) No tener las cosas claras. En vez de decirte que eres una mala persona, recuerda las cosas buenas que has hecho. Si no se te ocurre alguna, trata de hacer memoria. Si hay gente que lo puede hacer, ¿por qué no tú también? Ante todo, ten siempre en mente estas palabras: “…cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia…” (Romanos 5:20). Eso significa que no importa en cuántos líos te hayas metido, Dios está ahí, listo para darte “un nuevo amanecer”.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

¿CRISTIANO ESTÁS DESENFOCADO HOY?

“HE SENTIDO UN VIVO CELO POR JEHOVÁ…SÓLO YO HE QUEDADO Y ME BUSCAN PARA QUITARME LA VIDA” (1 Reyes 19:14) Park Tucker contó que un día iba caminando con un sentimiento de tristeza, cuando vio este anuncio en el escaparate de una funeraria: “¿Por qué dar vueltas por las calles sintiéndote medio muerto? Te podemos enterrar por 69,50 dólares y, encima, ¡te daremos puntos de regalo!”. ¡Ese humor era precisamente “la medicina” que necesitaba aquel día! Servir a Dios puede ser muy fatigoso; a veces das lo mejor de ti mismo y acabas agotado. Le ocurrió a Elías. Después de que el Señor le había usado para que bajara fuego del Cielo, su entusiasmo quedó inmediatamente apagado por las amenazas de muerte de Jezabel. Huyendo para salvar “el pellejo”, exhausto y deprimido, se quejó: “He sentido un vivo celo por el Señor… [a pesar de eso,] sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1 Reyes 19:10). En el momento que Elías dejó de mirar a Dios para fijarse en el enemigo, se sintió abrumado. Así que, Él tuvo que hablarle de nuevo. Esta vez no fue con un despliegue espectacular de poder; en lugar de eso, vino en “un silbo apacible y delicado” (versículo 12b), y apartó a Elías para descansar y pasar tiempo con Él. La próxima vez que el pueblo de Israel vio a Elías, él estaba espiritualmente “en la cumbre” otra vez, restaurado y reenfocado. ¿Has cambiado la postura del enfoque que tenías con Dios por lo que tienes que hacer? Si es así, necesitas retirarte y estar un tiempo a solas con Él. Cuando el Señor te llama aparte para descansar, obedece. Y otra reflexión más: Él mismo que Dios envió a Eliseo para que ayudara a Elías, Él puede enviar a la persona adecuada para ayudarte a ti también. Él Señor sabe exactamente lo que tiene que hacer hoy para que de nuevo te pongas “en marcha”.

martes, 19 de noviembre de 2013

3 PASOS SENCILLOS PARA APRENDER A DECIR "¡NO!"

“…VUESTRO ‘NO’ SEA [UN SENCILLO] NO” (Santiago 5:12) A menudo nos resulta difícil decir “no”, porque tememos que vamos a desagradar a la gente o creemos que para ser “buenos cristianos” tenemos que decir siempre “sí” a todo. Las personas que nunca aprenden a decir “no”, acaban por no gustarse a sí mismas – y también a las que intentan agradar. La Biblia dice: “…vuestro ‘no’ sea [un sencillo] no, para que no caigáis en condenación” (Santiago 5:12). Sólo cuando encuentras la valentía para decir “no”, dejas de mentir acerca de tus verdaderas necesidades y empiezas a respetarte. Con el tiempo, los demás también lo harán. Si tienes problemas en este aspecto, aquí tienes algunos consejos: (1) Resiste a la presión de dar una respuesta inmediata. En primer lugar, desarrolla una táctica de no comprometerte sin consultar tu agenda y orar por ello. La Biblia dice: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios… y le será dada” (Santiago 1:5). Es sencillo: Párate y pídesela a Él. (2) Pon límites a lo que dices “sí” y después, persevera en ello. Si ya te has comprometido demasiado, no te metas en más cosas porque te sientas presionado, culpable, o indispensable. Descubrirás que sólo eres indispensable hasta que digas “no” (o te mueras). (3) Utiliza tus dones. El Señor nos ha dado a cada uno dotes y talentos que son únicos. Si tienes que escoger entre cantar en el coro o sentarte con los que administran los bienes, ve a donde tus talentos sean mejor usados. ¿Es fácil eso? ¡No! Pero a no ser que aprendas a hacerlo, acabarás invirtiendo demasiado en lo que parece importante mientras que, en realidad, descuidas lo que Dios te ha llamado a hacer…

lunes, 18 de noviembre de 2013

TU IMPORTANCIA Y SEGURIDAD EN DIOS

“…SOMOS HIJOS DE DIOS Y AÚN NO SE HA MANIFESTADO LO QUE HEMOS DE SER…” (1 Juan 3:2) Todos nosotros anhelamos ser valorados por lo que somos, y no solamente por lo que hacemos. De manera que buscamos la aprobación de los demás. Cuando eso no ocurre, buscamos aceptación adquiriendo más objetos, negocios, actividades interminables, obsesión por las apariencias, comida, o dinero. ¿Te suena eso familiar? Mientras buscas tu importancia y seguridad en cualquier otra fuente que no sea Dios, te estás preparando para llevarte una gran decepción, porque ciertas personas, lugares y cosas siempre tendrán la habilidad de desviarte. Así que, ¡sé inteligente! Identifica tus áreas de peligro y protégete. La verdad es que, a no ser que cambies tu definición de importancia y seguridad y la transfieras al Único que te puede proporcionar ambas cosas, nunca las experimentarás. Hacer esa “transferencia” implica dos pasos: (1) Identificar las cosas y las personas de las cuales sacas tu importancia y seguridad; (2) Reemplazarlas con la verdad de que tu importancia y seguridad están basadas en tu relación con Dios, y nada más. Pregunta: ¿Tiendes a “meter la pata” cuando estás rodeado de ciertas personas, en determinadas situaciones, cuando estás en cierto estado de ánimo? Si es así: (a) Ora más, haciendo que Jesús sea Señor sobre tus relaciones, deseos y estados de ánimo; (b) Aprovecha mejor el tiempo; (c) Deja de construir el futuro sobre tu pasado. Si has fracasado y has caído (¿y quién no?), levántate de nuevo. Escucha: “…somos hijos de Dios” (1 Juan 3:2). ¿De quién eres hijo? ¡De Dios! ¡Menudo parentesco! Escucha otra vez: “…y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser” (1 Juan 3:2b). ¡Caramba! ¡Tus mejores días están aún por llegar! Eres importante y estás seguro ¡porque eres del Señor!

viernes, 15 de noviembre de 2013

CRISTIANO ESCUCHA A TU CORAZÓN

“…EL HOMBRE SE REFLEJA EN EL CORAZÓN DEL HOMBRE” (Proverbios 27:19) ¿Quieres descubrir lo que Dios te ha asignado? ¡Escucha a tu corazón! De los más de seis billones de personas que hay en el mundo, a nadie le late el corazón del mismo modo que a ti. De la misma manera, el Señor te ha dado un latido emocional que se acelera cuando piensas en ciertos temas y actividades. ¿Te importan instintivamente más algunas cosas que a otros? Ésas son pistas de en qué deberías servir. ¡No las ignores! Escucha: “…sirviéndole con todo vuestro corazón…” (Deuteronomio 11:13). El Señor quiere que Le sirvas apasionadamente, no sumisamente. Raras veces destacamos en tareas por las que no nos apasionamos. Escuchar a “tus impulsos interiores” te puede conducir al ministerio que Dios quiere para ti. ¡El entusiasmo es una señal de ello! Cuando haces lo que te encanta hacer, nadie tiene que motivarte, controlarte, aplaudirte o recompensarte; lo haces por el mero placer de hacerlo. Es más, cuando hagas lo que el Señor te ha asignado, destacarás en ello. La pasión lleva al progreso. Si no te importa alguna cosa, no serás bueno en ella. Las personas con grandes logros en cualquier campo son aquéllas que lo hacen con pasión, y no por deber o provecho.

jueves, 14 de noviembre de 2013

4 COSAS MARAVILLOSAS QUE APRENDES EN MEDIO DE LAS PRUEBAS

“[LAS] PRUEBAS Y DIFICULTADES… NOS AYUDAN…” (Romanos 5:3) Todos queremos “…la corona de vida…” que Dios promete (Santiago 1:12), pero no queremos los “problemas y tribulaciones” que desarrollan nuestro carácter (Romanos 5:4). Pero eso es imposible. En los tiempos difíciles aprendes 4 cosas maravillosas que son: 1) Gozo. “…Gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2). Una vez que hayas pasado la prueba, Dios te llenará de Su gozo. Por lo tanto, elimina las quejas de tus oraciones y añade algunos “Aleluyas”. Recuerda que la aflicción es inevitable pero sentirte abatido es opcional. 2) Crecimiento. Escribió el salmista: “…Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar…” (Salmo 4:1 RV 1960). Las cosas que mejor asimilamos, suelen ser las que aprendemos en momentos de pruebas. Nuestro mayor progreso se produce gracias a las tribulaciones; por eso Dios no nos las evita, sino que nos fortalece en medio de ellas. 3) Discernimiento. La Biblia dice: “Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos…” (Salmo 112:4). No nos damos cuenta de lo poco que sabemos hasta que caminamos en la oscuridad de la vida y Dios nos ilumina. 4) Paciencia y perseverancia. Escribe Santiago: “…Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones…” (Santiago 5:7-8). No puedes acortar las estaciones, ni acelerar la cosecha, así que sé paciente. Presta atención, porque mientras esperas Dios está operando. Bruce Wilkinson comentó: “La prueba de la fe se mide con la aflicción y las dificultades, las cuales te invitan a que entregues algo de gran valor a Dios, aun cuando estés en tu derecho de no hacerlo”.

martes, 12 de noviembre de 2013

¿ERES ADICTO A LAS URGENCIAS?

“TODO TIENE SU TIEMPO…” (Eclesiastés 3:1) Mientras no te valores, no valorarás tu tiempo. Y hasta que valores tu tiempo, no lo aprovecharás sabiamente. La urgencia es una adicción. Si reaccionas habitualmente a demandas externas, puede que estés “enganchado”. Como las demás adicciones, la urgencia: (a) Suple temporalmente la necesidad de sentirte necesitado. (b) crea un sentido de “hacer cosas”. (c) ensalza falsamente tu autoestima. (d) a menudo empeora el problema, ya que las prisas no son buenas. Si eres adicto a las urgencias, considera lo siguiente: (1) En nuestra sociedad, “posición” iguala a “trabajo”; la gente espera que seas requerido. Ahora bien, abandonar constantemente tus metas para ayudar a los demás llevar a cabo las suyas, puede hacer sentirte más apreciado pero te desvía del propósito de Dios para ti y crea un falso sentido de aceptación. (2) Algunas veces es difícil decir no, porque como creyente te sientes “obligado”. Pero no todos los problemas son llamadas para ti, que debas lanzarte a solucionarlos. La decisión de involucrarte en lo que sea debe provenir de Dios. ¡Ora antes de reaccionar! Escucha: “Reconócelo en todos tus caminos y Él hará derechas tus veredas” (Proverbios 3:6). Si por naturaleza eres “un arregla todo”, probablemente te realices solucionando problemas, satisfaciendo necesidades y expectativas, influenciando conductas y resultados. “¿Qué debo hacer?”, te preguntarás. Reconocer que eres vulnerable a las peticiones urgentes y te duele decir: “No”. Identificar tu patrón de respuesta puede evitar que te “enganches” y ayudar a mantenerte centrado en lo que el Señor ya te dijo que hicieras.

lunes, 11 de noviembre de 2013

UN ESPÍRITU ENDURECIDO SEGÚN LA BIBLIA - Parte 1

“…VOSOTROS NO SABÉIS DE QUÉ ESPÍRITU SOIS” (Lucas 9:55) Los discípulos tenían un problema de actitud, y en dos capítulos del evangelio de Lucas vemos cómo Jesús los reprendió en seis ocasiones diferentes. Analicemos cada una de esas veces y aprendamos de ello. Un espíritu endurecido. En lugar de creer que Jesús alimentaría a las multitudes con cinco panes y dos peces, los discípulos le dijeron: “Despide a la gente…” (Lucas 9:12). Uno de los peligros del éxito ministerial es que puedes acabar amando a las multitudes pero no importarte los individuos. O querer benefactores para tu obra pero no pasar tiempo atendiendo las necesidades individuales de la gente. Hace unos años un hombre decidió visitar las iglesias de dos famosos tele evangelistas que eran de su agrado. Después de oír al primero, preguntó al final del servicio si podía saludarlo. Pero los que rodeaban al ministro le negaron su petición y le sugirieron que llamara para hacer una cita. Desilusionado, se fue a escuchar al otro, el cual le invitó a comer después del servicio. El hombre se sintió apreciado con ese gesto y le regaló un cheque de cuatro millones de dólares (ésta es una historia verídica). Debes ser siempre una persona accesible, que esté disponible para los demás y los afirme en su identidad. Es verdad que no puedes ocuparte personalmente de todos los enfermos, ni aconsejar a todos los que están sufriendo. Como pastor, tu mayor énfasis debe ser pasar tiempo de calidad con Dios preparando sermones y estudios bíblicos. Pero Jesús “se compadeció de nuestras enfermedades” (Hebreos 4:15), porque se mezcló con los hombres y vivió en medio de ellos. Dios sólo podrá usarte para satisfacer las necesidades reales de la gente si te pones a su altura y eres consciente de sus problemas. Hay un dicho: “A las personas no les importa saber cuánto sabes hasta que no les demuestres que de verdad te importan”. Y a ti, ¿te importan los demás?

viernes, 8 de noviembre de 2013

LA BENDICIÓN DE DAR

Marcos 12:38-44 … Más bienaventurado es dar que recibir. —Hechos 20:35 No tenía sentido que una viuda donara sus últimas monedas a una institución corrupta de Jerusalén, donde los escribas que dependían de esas ofrendas «[devoraban] las casas de las viudas» (Marcos 12:40). Pero en la acción de esa mujer, Jesús vio una muestra conmovedora de la actitud correcta hacia el dinero (vv. 41-44). Gordon Cosby cuenta que, mientras era pastor de una iglesia en Estados Unidos, una viuda cuyo ingreso apenas alcanzaba para alimentar y vestir a sus seis hijos colocaba fielmente todas las semanas cuatro dólares en la ofrenda. Un diácono le sugirió que fuera a verla y le dijera que podía usar ese dinero para su familia, en lugar de ofrendarlo. Cosby siguió el consejo del diácono… lo cual lamentó mucho. «Usted está tratando de quitarme la última cosa que me da significado y dignidad», dijo ella. Esta mujer había descubierto el secreto de dar: puede beneficiar al dador más que al receptor. Es verdad, los pobres necesitan ayuda financiera, pero la necesidad de dar puede ser tan importante como la de recibir. La acción de dar nos recuerda que vivimos por la gracia de Dios, como los pájaros y las flores. Estos componentes de la creación divina no se preocupan por su futuro, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Dar nos brinda una manera de expresar nuestra confianza en que Dios se ocupará de nosotros, tal como lo hace por las aves y los lirios (Mateo 6:25-34). Al ofrendar dinero, desarmamos su poder.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

TIEMPO PARA TODO

Eclesiastés 3:1-8 Todo tiene su tiempo… —Eclesiastés 3:1 En la década de 1960, la banda The Byrds popularizó la canción Turn! Turn! Turn! [¡Gira! ¡Gira! ¡Gira!]. Subió a la cima de las 100 canciones más destacadas en Estados Unidos y se hizo popular en el mundo entero. La gente parecía cautivada con la letra. No obstante, lo interesante era que, excepto por la última línea, esas palabras eran del libro del Antiguo Testamento llamado Eclesiastés. «Todo tiene su tiempo», proclama el escritor de Eclesiastés, «y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» (3:1). Después, enumera algunas de las etapas de la experiencia humana: nacimiento y muerte, ganancias y pérdidas, lágrimas y risas, luto y baile. Así como las estaciones de la naturaleza cambian, lo mismo sucede con las épocas de la vida. Nuestras circunstancias nunca se mantienen igual por mucho tiempo. A veces, recibimos bien los cambios en nuestra vida. Pero a menudo, resulta difícil, en especial cuando implica tristeza y pérdidas. Sin embargo, aun entonces podemos dar gracias de que Dios no cambia. A través del profeta Malaquías, declaró: «Porque yo el Señor no cambio» (Malaquías 3:6). Como Dios es constante, podemos descansar en Él durante las etapas cambiantes de la vida. El Señor está siempre presente con nosotros (Salmo 46:1), su paz tiene poder para cuidar nuestro corazón (Filipenses 4:7) y su amor proporciona seguridad para nuestra alma (Romanos 8:39). La naturaleza inmutable de Dios es nuestra seguridad durante los tiempos de cambio.

martes, 5 de noviembre de 2013

¿QUIÉN DICE LA VERDAD?

Juan 8:31-47 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? —Juan 8:46 Durante la campaña presidencial de 2012 en Estados Unidos, la cobertura televisiva de los discursos y los debates solía incluir una «verificación de datos», hecha por analistas que comparaban las declaraciones de los candidatos con sus registros de la realidad. ¿Estaban diciendo la verdad o manipulando los hechos para sacar ventaja? El apóstol Juan registró un debate entre Jesús y un grupo de personas que creían que Él declaraba cosas falsas sobre sí mismo. El Señor les dijo: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres…» (Juan 8:31-32). Le contestaron que nunca habían sido esclavos de nadie, y preguntaron: «¿Cómo dices tú: Seréis libres?» (v. 33). El debate continuó, y Jesús siguió afirmando que estaba diciéndoles la verdad (vv. 34, 40, 45-46, 51). Algunos le creyeron, pero otros permanecieron enojados con Él y escépticos. En cierto sentido, ese debate continúa en la actualidad. Los que se oponen a Jesús buscan desacreditar sus declaraciones y distorsionarlas para que se conviertan en mentiras. El Señor declara: «Yo les digo la verdad», y promete que nos dará una libertad que no podemos hallar en ningún otro lado. Vale la pena hacer una «verificación de datos» del registro bíblico de la vida de Jesús para determinar a quién seguiremos. Todos tenemos una decisión que tomar. La verdad de Dios supera toda prueba.

domingo, 3 de noviembre de 2013

4 PASOS BÍBLICOS PARA LA RENOVACIÓN ESPIRITUAL

“.BUSCÓ A SU DIOS. Y FUE PROSPERADO” (2 Crónicas 31:21) La situación actual de nuestros países es parecida a la del antiguo Israel. A pesar de todas las bendiciones de Dios, el pueblo le había dado la espalda. Cuando Ezequías, hombre íntegro, subió al trono, puso su corazón en devolver a Dios el lugar de liderazgo que le correspondía en la tierra. Fíjate en cuatro cosas que hizo: 1) Reabrió las puertas de la casa de Dios y llamó al pueblo para que se arrepintiese y volviese al Señor. 2) Se enfrentó a la corrupción y a la carnalidad, que se habían convertido en un estilo de vida incluso para los líderes y ministros del Señor. Sus palabras fueron rotundas: “…Santificad la casa del Señor, Dios de vuestros padres, y sacad lo inmundo del lugar santo” (2 Corintios 29:5). Se parece a los tiempos en los que vivimos, ¿verdad? 3) Restableció la supremacía de la Palabra de Dios. “…Entraron en el templo del Señor para purificarlo…según las palabras del Señor” (2 Corintios 29:15). Pastor, la predicación de un domingo por sí sola no lo conseguirá; tendrás que hacer que los tuyos vivan la Palabra a diario. 4) Llamó al pueblo a adorar a Dios. Fue un panorama increíble. “Toda la multitud adoraba, los cantores cantaban y los trompeteros tocaban… todo esto duró hasta consumirse el holocausto” (2 Crónicas 29:28). Los expertos calculan que durante unas tres horas la nación entera estuvo en la presencia de Dios adorándolo. ¿Bendijo Dios los esfuerzos de Ezequías? Veamos: “En todo cuanto emprendió… buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado”. Y ese mismo es el plan de Dios para la renovación espiritual de los países.