viernes, 28 de marzo de 2008

OBEDECE A DIOS EN CADA MOMENTO

¿Cómo saber que amas realmente a Jesucristo, que no se trata de un amor falso o artificial? Una de las cosas más emocionantes de la vida es que Dios ha dado una norma para el amor. Hela aquí: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él”. San Juan 14:21)
¿Cómo sabemos que amamos a Jesucristo? Porque obedecemos sus mandamientos. Desde luego que no tenemos que “Demostrar” nada a nadie. No obstante, la obediencia se convierte en la medida que nos permite evaluarnos. “Y éste es el amor: que andemos conforme a sus mandamientos”. (II Juan 6)
Si amas a Dios, dice la Biblia, amarás también a los demás.
“Y nosotros hemos recibido de El este mandamiento: Que el que ama a Dios ame también a su hermano” (I Juan 4:21) Esto es bastante claro y directo.
“Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo perdonó, así también hacedlo vosotros. (Colosenses 3:12-13)

¿ESTAS EN CRISTO?

La frase “en Cristo” se emplea 165 veces en Nuevo Testamento. De hecho, en el primer capítulo de la Carta a los Efesios se usa nueve veces. Eso quiere decir que estar “en Cristo” debe ser importante. ¿Qué significa?
Estás EN CRISTO cuando obedeces la vocecita del Espíritu Santo mientras interpretas la Biblia. El Espíritu Santo habla a menudo en tono correctivo. Es como los pequeños cohetes situados en la base de los cohetes gigantescos que ponen en órbita a los satélites. Cuando el cohete principal comienza a desviarse de la ruta, puede ser enviada una orden desde la Tierra que active uno de los pequeños cohetes direccionales. Este guía a la nave espacial hacia la ruta correcta. El Espíritu Santo nos habla frecuentemente en esta misma forma. A veces le llamamos “conciencia”, pero, para el cristiano, es la voz del Espíritu Santo.
Dios no bendice la desobediencia. Es posible que nos proteja, aunque seamos desobedientes, pero reserva sus bendiciones para aquellos que le obedecen. Cuando vamos en el automóvil y excedemos el límite de velocidad, viajamos bajo nuestra propia responsabilidad en lo que se refiere a las bendiciones del Creador. El tal vez nos proteja, aunque nos hemos colocado fuera de la ley, pero nosotros mismos nos hemos conducido literalmente hasta quedar fuera de Sus bendiciones, pues Dios desea que obedezcamos aquellas leyes civiles que no estén en conflicto directo con la Biblia.
Vivir una vida de obediencia para con Dios, minuto a minuto, asegura tu crecimiento como cristiano.
De la misma manera, se nos dice que amemos a nuestros hermanos y a nuestras hermanas. San Pablo describió a la Familia de Dios como un “cuerpo”. Señaló que el cuerpo tiene muchas partes: manos, pies, rodillas, codos, orejas y una buena cantidad de partes que no podemos ver, como el hígado, la vesícula y el corazón. Cada uno de nosotros funciona como parte de ese cuerpo. No debe molestarte el que otra persona sea un ojo, sólo porque eres un dedo. Ambos son importantes, aunque tengan que realizar tareas distintas.
Si un grano de arena ha caído en el ojo, éste necesita de la ayuda del dedo. Ni el codo ni el pie le servirán de nada. Asimismo, el dedo necesita del ojo para “ver” la mota de algodón que empleará para quitar el grano de arena del ojo. Y ambos necesitan de los pies para dirigirse al baño, adonde encontrarán el algodón. Por otra parte, no podemos llevar el dedo hacia el ojo si el codo se nos pone rígido, ¿verdad? Todas las partes del cuerpo son necesarias.
Amarnos los unos a los otros significa que todos somos un solo cuerpo. Ese cuerpo es la Iglesia. No es un edificio, ni siquiera un organismo. Es un grupo de personas, todas ellas diferentes, que aman al Señor y se aman entre sí. Necesitas pertenecer a una familia semejante si has de ser obediente a Dios.
A medida que crezcas en tu vida cristiana, recuerda estas palabras sencillas, pero profundas, de Jesús. “El que tiene mis mandamientos y los guardas, ése es el que me ama…” (San Juan 14:21)

jueves, 6 de marzo de 2008

PARA DEJAR ATRAS LA INFANCIA ESPIRITUAL

Hay varias cosas que nos mantiene dentro del corral del cristianismo infantil, cuando el propósito más elevado de Dios es que alcancemos la madurez y volemos. Puede ser que no estemos dispuestos a correr el riesgo del fracaso. Quizás digas: ahora soy un cristiano, sé que iré al cielo, ¿para qué molestarme en hacer más?
Otros temen dejar las comodidades del corral a cambio de la austera vida de la fe. Quienes desean avanzar hacia la madurez espiritual están dispuestos a pagar el precio. Son ellos lo que Dios emplea en formas especiales para moldear el mundo.
Dijo Pablo a sus amigos en Filipos: Así que, amados míos, tal como siempre habéis obedecido, no sólo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito”. (Filipenses 2:12,13)
No hablaba de entrar en el Reino de Dios por medio de las buenas obras. Recuerda que leíamos antes que no se logra entrar en la gracia de Dios a través del esfuerzo. Se refería al “proceso” de salvación por virtud del cual crecemos en la gracia de Dios y nos asemejamos a la imagen de Su Hijo Jesucristo. Quería decir que el crecimiento como cristianos exige que cooperemos con Dios. En realidad, estaba diciendo que debíamos poner algo de nuestra parte. Luego Dios, que obra en nosotros por medio del Espíritu Santo, se encargará de que esto suceda.
En el siguiente capítulo, Pablo prosigue y advierte a la iglesia de Filipos que no se detenga en el camino de su vida cristiana. Había “más” les decía, más de lo que habían experimentado en Cristo hasta ese momento. En esencia, les estaba diciendo que crecieran como cristianos.
Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago; olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:13,14)
Pablo prevenía constantemente a sus amigos acerca de los peligros del estancamiento. De hecho, llegó al extremo de decir que temía “naufragar espiritualmente” si dejaba de crecer. “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero sólo uno obtiene el premio? Corred de tal modo que ganéis. Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros una incorruptible. Por lo tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta: de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no siendo que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”. (1Corintios 9:24-27)
Parece ser que Pablo tomó la vida cristiana muy en serio. Sabía que si no creía como cristiano, si no avanzaba, podría volver a caer fácilmente en su vida anterior. Si éste era un asunto de gran importancia para un hombre como San Pablo, nosotros también deberíamos tomar en serio este asunto del crecimiento.
Los seres más tristes son aquellos cristianos que no llegan al crecimiento pleno, que nunca abandonan el “jardín de infantes” espiritual, que siguen usando pañales y botines, en lugar de ponerse el equipo de alpinista necesario para escalar las alturas, con la ayuda del Espíritu Santo.

HERRAMIENTAS PARA REALIZAR LA TAREA

Uno de los propósitos de este blog es entregarte las herramientas necesarias para escalar esas magníficas montañas que conducen a la madurez espiritual.

ACUDE A DIOS DIARIAMENTE A TRAVES DE LA ORACION

Orar significa, sencillamente, hablar con Dios… y escuchar mientras Dios nos habla. Es la expresión más fundamental de nuestra fe, el “aliento” de nuestra vida espiritual. Es nuestra línea de comunicación vital con Dios.
Muchas personas creen equivocadamente que la oración debe ser “formal”. Nada más alejado de la verdad. No es otra cosa que un niño hablando con su padre. Puede ser esto:

Un grito pidiendo ayuda cuando nos vemos necesitados.
El agradecimiento por un regalo recibido.
Una súplica a favor de otra persona.
Un apacible momento de adoración.
Un período para escuchar mientras Dios habla.
Un rato dulce para recibir alguna manifestación del amor de Dios.
La oración es, básicamente, una conversación con nuestro Padre Celestial.

“Perdóname, Padre. Esta vez sí que -metí la pata-. No quería estallar frente a mi hijo, pero lo hice. ¿Me darás ahora la fuerza para pedirle también que me perdone?”
“Señor ¿recuerdas el año pasado cuando empecé a pedirte dinero para comprar un automóvil nuevo? Mi fe no era muy firme entonces, ¿verdad? ¡Cómo agradezco tu confianza! Ti proveíste. Ahora el automóvil es nuestro. ¡Gracias, gracias!
Ayúdame, Dios mío. Ya he verificado una docena de veces este libreto de cheques, pero las cuentas no calzan. Muéstrame, por favor, donde está el error”.
“Dios mío, no soy digno siquiera de hablar contigo. He arruinado mi cuerpo con todas estas drogas, he destruido a mis seres queridos… Dios mío… Necesito ayuda. Ayúdame, por favor”.
“Pues bien, Señor, acabo de firmar el contrato más grande de mi vida. Ahora tengo que cumplir. Todo lo que tengo te pertenece, sólo te pido que tomes control de mi cerebro para que pueda cumplir con mi trabajo”.
“Padre, ya llevo mucho tiempo luchando con este problema. Ahora lo voy a dejar en tus manos y te voy a pedir que me trates como si fuera un niñito hasta que aprenda la lección”.
Mateo 6:6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.6:7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.6:8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.6:9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.6:10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.6:11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.6:12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.6:13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.6:14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;6:15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
¿Conoces algunos cristianos enérgicos y gozosos? ¿De esos que sonríen todo el tiempo, que parecen amar a todo el mundo, que dominan sus problemas? Es casi seguro que tienen un secreto: la oración da fuerza para vivir.

¿COMO RESPONDE DIOS A LAS ORACIONES?

Recuerda: Dios, como un padre amoroso, está más deseoso de conceder tus peticiones, que el mejor de los padres que quisiera premiar a sus hijos.
Pero recuerda también que el es tu Padre. Como buen padre, sabe hacer buenos regalos, y sabe también cuándo hacerlos.
Esto significa que a veces rechaza nuestras peticiones. Sin embargo, nunca dice que “no”, sin tener una respuesta mejor esperándonos a la vuelta de la esquina.
Es importante recordar que cuando Dios nos dice “no”, no lo hace por falta de medios o de recursos. Tampoco lo hace porque no le importa. Dios es dueño de todo: riquezas, conocimiento, sabiduría, poder, salud, alegría y amor. Además, sí, le importamos. Nos ama más de lo que podría amarnos cualquier padre terrenal. Por lo tanto, aunque es cierto que Dios nos dice “no” en ocasiones, es la excepción. Su respuesta habitual es “si”.
Es por eso que, cuando le pedimos, debemos esperar un “sí” como respuesta.
Cuando sabemos, por la Biblia, cuál es la voluntad de Dios sobre cualquier asunto, y actuamos basándonos en esa voluntad, aunque todavía no la hemos visto obrar en nuestra vida, abrimos la puerta para que Dios conteste nuestras plegarias con mayor prontitud-

REGISTRA LAS RESPUESTAS
Te recomiendo llevar un cuaderno de oraciones. Yo tengo un cuaderno de hojas sueltas donde anoto las peticiones que hago en mis oraciones. En una hoja escribo mis peticiones y en la hoja opuesta anoto cuándo y como respondió Dios a esa solicitud. Al repasar mi cuaderno, me asombra comprobar que el 97% de las plegarias que elevé a Dios hace cinco años han recibido respuesta, y las demás están en vías de recibirse.
No presento peticiones todos los días, aunque elevo mis oraciones a Dios diariamente, con perseverancia. Pido algunas cosas sólo una vez a la semana o en ciertos días. Estoy llevando un –diario de oraciones y peticiones solucionadas- y procuro ser tan constante en escribir, como en lavarme los dientes. Este hábito de escribir las respuestas de Dios a mis oraciones me han dado mucho aliento y ha aumentado notablemente mi fe. Como meta para cada año, le pido a Dios que me conceda el recibir aquellas cosas más grandes que El tenga dispuestas para mí y que me permita el privilegio de ver la realización de “imposibles”. Dios ha aumentado mi fe al responder fielmente a las peticiones que consideraba difíciles, con la misma presteza con que ha contestado las peticiones poco importantes. Esta es una de las alegrías del crecimiento, pues nos permite medir nuestro progreso espiritual, principalmente en nuestra vida de oración. ¿Qué es lo más importante que debemos tener presente con respecto a la oración? Sólo esto: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre sino por mí”. (San Juan 14:6) Esto significa que, si ha de ser verdadera, la oración debe hacerse en nombre de Jesús. Cuando nos acercamos a Dios en nombre de Su Hijo, El nos pondrá atención.

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y
luz para mi camino”
(Salmo 119:105).
LEE A DIARIO LA PALABRA DE DIOS
Si la oración es tu línea de comunicación con Dios, entonces la Biblia es el cesto del pan. Así como es importante que desarrolles buenos hábitos de alimentación (comer alimentos adecuados ya sus horas), también es de vital importancia que todos los días comas a la mesa de Dios: Estudiando la Biblia.
La lectura de la Biblia, como la oración, puede convertirse en un hábito. La Biblia es de primordial importancia para nuestras vidas, por varias razones:
PRIMERO, la Biblia por el poder del Espíritu Santo Divino, hace surgir la fe en nuestro corazón. Recuerda que dijimos que la salvación es un proceso de crecimiento. Una de las formas de desarrollar el potencial que poseemos para el crecimiento es leyendo la Biblia todos los días. Si no comes, tu cuerpo no crecerá. Del mismo modo, si no lees la Biblia, jamás crecerás más allá de la infancia espiritual.
SEGUNDO, la Biblia nos sigue nutriendo a lo largo de nuestra vida. Jesús oró para que la Biblia obrara este efecto en Sus seguidores: “Santifícalos en la verdad: Tu palabra es verdad” (San Juan 17:17)
Santificar significa “poner aparte” o “hacer santo”, ¿Cómo nos hace santos Dios? Poniéndonos en contacto constante con Su palabra. A medida que “comemos” Su Palabra, que la “digerimos”, penetra en nuestras células espirituales, y nos llenamos de la Palabra de Dios.
TERCERO, la Biblia es el modelo que norma nuestras decisiones y nos ayuda a formarnos opiniones acerca de todos los aspectos de la vida. “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (II Timoteo 3:16,17).
Alguien definió a un cristiano como la persona cuya vida estuviera dominada y controlada totalmente por el Señor Jesucristo. ¿Cómo sabrás qué quiere Jesús de ti? Leyendo Su Palabra. En las páginas de la Biblia encontrarás la voluntad de Dios respecto a tu vida.
Si viajáramos en un automóvil entre dos ciudades que se distancien por 100 kilómetros aproximadamente escuchando una audición cristiana a cierta distancia vamos a notar que disminuye la sintonía de dicha radio y comienzan a tomar fuerzas otras radios de la ciudad a la que nos estamos acercando y si en esas radios no hay programas cristianos adecuados vamos a tener que esperar a retornar a la ciudad de la que nos alejamos para volver a disfrutar aquella radio cristiana.
Leemos la Biblia diariamente para mantenernos al alcance de la voz de Dios. Cometo suficientes errores sin resintonizar la Palabra de Dios en mi vida. Si das una mirada todos los días a la Palabra de Dios, tendrás acceso a la sabiduría y al conocimiento divino, lo cual te evitará tomar decisiones equivocadas y te llenará de fuerza para vivir.