domingo, 28 de septiembre de 2008

YO SOY LA LUZ (2)

En otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad) comprobando lo que es agradable al Señor. (Efesios 5:8-10)

Jesús, al afirmar que él es la luz del mundo, revela la extensión de su misión. El ilumina todo el universo moral. De él emanan la verdad, la justicia y la bondad. Es el centro de todos los que se vuelven hacia Dios. Satanás encarna el tenebroso mundo de la mentira; es el jefe de todos los seres que están en rebeldía contra Dios.
Entre Jesús y Satanás hay una lucha sin tregua. Felizmente conocemos su resultado final. Lo mismo que la luz de la mañana hace huir las sombras de la noche, pronto la verdad saldrá victoriosa en su lucha contra la mentira.
En cuanto a nosotros, si bien por naturaleza somos “hijos de ira”, por la gracia de Dios podemos ser hechos “hijos de luz” (1ª Tesalonicenses 5:5). Para ello debemos recibir a Jesús en nuestra vida. Él da un sentido y una meta a nuestra existencia. Sin él se da vueltas en la oscuridad de problemas insolubles y de nunca vencidas tendencias a pecar. No se sabe adónde se va. Así para vivir bien la vida como para terminarla bien, es necesario que nuestros espíritus sean iluminados. Jesús da esa claridad.
El Señor también desea que transmitamos esa luz a otros. Nos dice: “Alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).

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