lunes, 19 de junio de 2017

TOMAD LA ESPADA DEL ESPÍRITU QUE ES LA PALABRA DE DIOS

Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. (Isaías 55:11) En todo el mundo existen personajes históricos o de ficción cuyas identidades están directamente asociadas con el arma que usan. Inglaterra tiene al rey Arturo y su espada Excalibur; el Medio Oriente, a Alí y su espada bifurcada, Zulfikar; España, al Cid y su larga espada, Tizona; Escocia, a William Wallace y su famosa espada escocesa; y Latinoamérica, al Zorro y su inseparable espada. La espada es el único elemento mencionado por Pablo que sirve para atacar. De hecho, si todo el resto de nuestra armadura se encuentra en perfectas condiciones, pero no tenemos espada, nos convertimos simplemente en un blanco móvil y muy bien protegido. Tal vez sea por ello que recordamos el nombre de la espada del rey Arturo, y no —por ejemplo— su calzado: porque aunque el resto de la armadura es vital, la espada es lo único que nos permite atacar y cumplir con nuestra misión. ¿Cómo se usaba la espada en el ejército romano? La espada romana, o gladius, llegó a ser conocida como “la espada que conquistó al mundo”. Adaptada de un diseño español, sus características en el combate cuerpo a cuerpo la convirtieron en un arma muy temida en la mano de un hábil soldado romano. Su hoja de doble filo causaba estragos entre los enemigos desprotegidos y su punta cónica podía atravesar incluso armaduras de metal. Un soldado romano de infantería que marchaba a la guerra iba armado de otras cosas además de su gladius. Llevaba consigo también una daga (pugio), una lanza (pilum) y dardos lastrados con plomo (plumbata). Sin embargo, Pablo solo nombra la espada como parte del arsenal cristiano. ¿Qué es la Palabra de Dios? "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino". Salmos 119:105 La Palabra de Dios, la Santa Biblia, es como una fuente de luz: nos ilumina, revelando lo bueno y lo malo, la sabiduría y la ignorancia. Es una herramienta insuperable para que aprendamos a llevar la mejor vida posible, sin tropezar en la oscuridad. "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad". Juan 17:17 La Palabra de Dios es verdad pura y simple. Podemos tener plena confianza en el hecho de que su Palabra es precisa, verdadera y perfecta. Si la seguimos, nos guiará sin equivocaciones por las sendas que necesitamos recorrer. La falta del conocimiento de Dios puede llevarnos a la destrucción (Oseas 4:6), pero si escuchamos y guardamos su Palabra, seremos bendecidos (Lucas 11:28). No obstante, el conocimiento no debe ser solo para nosotros, sino que debemos estar listos para responder a quienes nos pregunten (1 Pedro 3:15). ¿Por qué una espada? "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón". Hebreos 4:12 La potente espada del Todopoderoso es capaz de destruir todas y cada una de las defensas que puedan tener nuestros enemigos —hasta las coyunturas y los tuétanos— y cuando la blande un siervo de Dios, nada puede contra su filo y capacidad para penetrar hasta el fondo de un asunto y develar la verdad. Como soldados del ejército de Dios, tenemos la responsabilidad y el deber de usar su Palabra para discernir la verdad y luego ponerla en práctica. Cuando la Palabra de Dios nos muestra algo malo en nosotros, podemos usar esta arma espiritual para eliminar “quirúrgicamente” las acciones y los pensamientos nocivos (2 Corintios 10:4-5). A diferencia de las otras partes de la armadura de Dios —cuyo propósito es exclusivamente defensivo—, la espada está especialmente diseñada para cumplir una función ofensiva y defensiva a la vez. Una protección sólida es invaluable, pero la espada es lo único que nos permite completar la labor que se nos ha encomendado. Jesucristo usó la Biblia para contrarrestar los ataques de Satanás (Mateo 4:4, 7, 10). Debemos también aprender a vivir según “toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Las espadas se usan en los combates cuerpo a cuerpo. ¿Podría esto simbolizar el tipo de batallas que debe librar un cristiano? ". . . confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. Hechos 14:22 "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna". Santiago 1:2-4 Cuando los romanos atacaban a sus enemigos a distancia, se valían en parte de jabalinas y dardos, pero como soldados cristianos, Dios no nos da esta opción. Si peleáramos nuestras batallas a distancia, nunca experimentaríamos una prueba verdadera. A primera vista esto no parece tan malo, pero si nos detenemos a pensar, nos daremos cuenta de que sin pruebas no hay crecimiento, y sin crecimiento no podremos entrar al Reino de Dios. Por lo tanto, aunque las pruebas sean difíciles, son esenciales en nuestra vida como cristianos. Después de todo, las promesas de Apocalipsis 2:7, 11, 17, 26 y 3:5, 12 y 21 son dadas “al que venciere”. Pablo nombra solamente un arma, porque es la única que necesitamos: no existe ningún enemigo que la Palabra y el Espíritu de Dios no puedan destruir. Por lo tanto, armados con nuestra espada, avancemos para luchar contra nuestros enemigos. La pelea es real e inmediata y está frente a nosotros. Nuestro futuro en el Reino de Dios está en juego y debemos batallar para aferrarnos al futuro que él nos ha prometido. ¿A qué promesas nos aferramos? "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo". Mateo 24:13 "¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?". Romanos 8:31 Peleamos sabiendo el final de la historia. Dos de las muchas y poderosas promesas que Dios nos ha hecho es que si permanecemos fieles a él y a su Palabra, perseveraremos hasta el final y seremos salvos. No hay dudas en esta afirmación; las promesas de Dios son tan ciertas como la que le hizo a Isaías: “Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré” (Isaías 46:11). ¡Tomemos nuestra espada, porque la batalla es nuestra!

jueves, 15 de junio de 2017

SI AL LLEVAR TU OFRENDA AL ALTAR TE ACUERDAS DE QUE TU HERMANO TIENE ALGO CONTRA TI…

Efesios 4:1-6 … solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (v. 3). No se sabe de quién es la culpa pero la Palabra dice: “El que se humilla será enaltecido…” Cuando le envié un e-mail a una amiga para confrontarla por una diferencia que habíamos tenido, no me respondió. ¿Me habría excedido? No quería empeorar las cosas acosándola, ni dejar todo sin resolver antes de que ella viajara al extranjero. Durante los días siguientes, cada vez que me venía a la mente, oraba por ella, sin saber cómo seguir. Entonces, una mañana, fui a caminar por el parque y la vi. Cuando me divisó, su rostro mostró el dolor que sentía. «Señor, gracias por permitirme hablar con ella», susurré mientras me acercaba con una sonrisa. Hablamos con sinceridad y pudimos resolver el problema. A veces, cuando el dolor o el silencio se entrometen en nuestras relaciones, parece que la solución está fuera de nuestro control. Pero, como dice el apóstol Pablo en su carta a los efesios, somos llamados a buscar la paz y la unidad a través del Espíritu de Dios, vistiéndonos de bondad, humildad y paciencia a medida que buscamos que Dios sane nuestra relación con otros. El Señor anhela que estemos unidos y, a través de su Espíritu, puede restaurar nuestra relación con los demás… incluso de forma inesperada, mientras paseamos por el parque. ¿Alguna vez tuviste un encuentro inesperado que reveló que Dios estaba obrando en una situación? ¿Cómo puedes ayudar a la paz y la unidad hoy? Dios desea que los creyentes sean unidos.

sábado, 10 de junio de 2017

NO DEIS LUGAR AL DIABLO QUE EL SABE APROVECHAR MUY BIEN SUS OPORTUNIDADES

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. (Efesios 4:17-19) Hay una estrategia sutil que Satanás utiliza para controlar nuestra vida. La Biblia la llama lascivia, y significa apetito sin límites de algo. Se ha dicho que la lascivia es inmoralidad extrema; sin embargo, no empieza de esa manera. Al principio, la lascivia comienza con algunos pensamientos que parecen inocentes, pero luego se multiplican más y más hasta convertirse en pecados graves. Por ejemplo, una tarde, cuando tenía nueve años, me dejé llevar por el deseo de maldecir. Sabía que no debía hacerlo, sin embargo, lo hice. Tenía un pariente que era tan bueno para maldecir al estilo del este de Texas que yo creía que él había inventado el maldecir. Yo tenía curiosidad y quería experimentar qué se sentía. Cuando por fin me despojé de toda restricción y empecé a proferir maldiciones, cierto mal empezó a entrar en mi mente, y eso me afectó mucho por 20 años. Cierta ley fue activada y, como resultado, mi carne empezó a apoderarse de mí. No deje que Satanás se valga de la lascivia para perjudicarle. Decida tanto en su mente como en su corazón obedecer a Dios en las cosas pequeñas. Usted podrá evitar grandes fracasos, y disfrutar grandes victorias si anda en el Espíritu de Dios un paso a la vez.