miércoles, 30 de noviembre de 2016

POR TI Y POR MI SE PAGO UN PRECIO MUY CARO QUE SOLAMENTE DIOS PODÍA ABONAR

… fuisteis rescatados […], no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo… (vv. 18-19). Lectura: 1 Pedro 1:17-23 Se cuenta que, en el año 75 a.C., un joven de la nobleza romana llamado Julio César fue secuestrado por piratas, tras lo cual se pidió un rescate para liberarlo. Cuando exigieron 20 talentos de plata (unos 600.000 dólares hoy), César se rió y dijo que era evidente que no tenían idea de quién era él. Entonces, insistió en que elevaran el monto del rescate a 50 talentos. ¿Por qué? Porque creía que valía más de 20. ¡Qué diferencia vemos entre la arrogante valoración personal de César y el precio que Dios le pone a cada ser humano! Nuestro valor no se mide en términos monetarios, sino en función de lo que el Padre celestial ha hecho a nuestro favor. ¿Cuál fue el precio del rescate que pagó para salvarnos? La sangre de su único Hijo al morir en la cruz. Así, el Padre nos liberó de nuestro pecado: «fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo» (1 Pedro 1:18-19). Dios nos amó tanto que entregó a su Hijo para que muriera en la cruz y resucitara de los muertos para redimirnos y rescatarnos. Este es el valor que tienes para Él. Padre, gracias por el precio que pagaste para que fuera perdonado. Que mi vida sea una expresión constante de gratitud. Nuestro valor lo determina el precio que Dios pagó para rescatarnos.

sábado, 26 de noviembre de 2016

¡CUIDADO! LA LENGUA ES UN FUEGO ENTRE OTRAS COSAS…

El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño (v. 10). 1 Pedro 3:8-12 ¿Alguna vez mandaste un email y, de pronto, te diste cuenta de que había ido a la persona equivocada o que contenía palabras duras e hirientes? ¡Si tan solo pudieras presionar una tecla y detenerlo! Bueno, ahora puedes hacerlo. Varias compañías ofrecen una opción que te da un tiempo breve después de enviar un correo para detenerlo antes de que salga de tu ordenador. Después de eso, el email es como una palabra dicha que no puede retractarse. En lugar de considerarse una solución, esta opción de «no enviar» debería recordarnos la enorme importancia de cuidarnos en lo que decimos. En su primera carta, el apóstol Pedro les decía a los seguidores de Jesús: «no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo […]. Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala» (1 Pedro 3:9-11). El salmista David escribió: «Pon guarda a mi boca, oh Señor; guarda la puerta de mis labios» (Salmo 141:3). Esta es una buena oración para empezar cada día y en toda situación en que queramos contraatacar con palabras. El poder de la lengua 3 Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo[a]. 2 Porque todos tropezamos[b] de muchas maneras. Si alguno no tropieza en lo que dice[c], es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. 3 Ahora bien, si ponemos el freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, dirigimos también todo su cuerpo. 4 Mirad también las naves; aunque son tan grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo, dirigidas mediante un timón muy pequeño por donde la voluntad[d] del piloto quiere. 5 Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego! 6 Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno[e] e inflama el curso[f] de nuestra vida[g]. 7 Porque todo género[h] de fieras y de aves, de reptiles y de animales marinos, se puede domar y ha sido domado por el género[i] humano, 8 pero ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal. 9 Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios; 10 de la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11 ¿Acaso una fuente por la misma abertura echa agua dulce y amarga? 12 ¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas, o una vid higos? Tampoco la fuente de agua salada puede producir agua dulce. (Santiago 3:1-12) Señor, ayúdame a cuidar mi corazón para controlar mi lengua, y mis palabras para no herir a los demás. Y en humildad, a saber pedir perdón. La muerte y la vida están en poder de la lengua. Proverbios 18:21

jueves, 17 de noviembre de 2016

¿CUANDO DAS LIMOSNA QUIEN QUIERES QUE TE VEA?

… sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público (v. 4). Mateo 6:1-6 Carina se esfuerza muchísimo para que la gente la admire. Se muestra feliz casi todo el tiempo para que los demás lo noten y la elogien por su actitud. Algunos la felicitan porque la ven ayudar a personas de la comunidad. Sin embargo, cuando se sincera, admite: «Amo al Señor, pero, en cierto modo, siento que mi vida es solo una apariencia». Una sensación de inseguridad se esconde detrás de sus esfuerzos por intentar quedar bien ante los demás, y reconoce que ya no puede seguir así. Tal vez todos nos identifiquemos en algo, ya que es imposible tener motivaciones perfectas. Amamos al Señor y a los demás, pero lo que nos mueve en la vida cristiana suele mezclarse con el deseo de ser reconocidos o valorados. Jesús habló de los que dan, oran y ayunan para que los vean (Mateo 6:1-6). En el Sermón del Monte, enseñó: «sea tu limosna en secreto», «cerrada la puerta, ora a tu Padre» y «cuando […] ayunen, no se muestren afligidos (vv. 4, 6, 16 [RVC]). Aunque el servicio suele hacerse en público, quizá un poco de auxilio anónimo podría ayudarnos a aprender a valorar lo que Dios opina de nosotros. El que nos creó a su imagen nos valora tanto que entregó a su Hijo y nos muestra su amor cada día. Alguien dijo que el que no es recompensado en público es porque no está haciendo nada en secreto…, serán puntos de vista… Señor, perdóname por desear el elogio de los demás más que el tuyo. Ayúdame a tener motivaciones puras. El deseo de agradar a Dios debería ser nuestra mayor motivación para obedecerlo.

sábado, 12 de noviembre de 2016

ESTE ES EL PAN VERDADERO Y NO HAY QUE GANÁRSELO NI HAY QUE COMPRARLO…, VIENE DE REGALO

Yo soy el pan de vida (v. 48). Juan 6:34-51 Alguien que vive en una pequeña ciudad mejicana comentó que todas las mañanas y las tardes puede escucharse un grito distintivo: «¡Paaan!». Un hombre en una bicicleta, con una canasta enorme, ofrece una gran variedad de panes frescos, dulces y salados. Antes, vivía en una ciudad más grande, donde tenía que ir a comprar pan a la panadería, pero ahora, disfruta que se lo traigan fresco a la casa. Pasando de la idea del alimento físico al hambre espiritual, pienso en las palabras de Jesús: «Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre» (Juan 6:51). Alguien dijo que evangelizar consiste en que un mendigo le dice a otro dónde encontrar pan. Muchos podemos afirmar: «Antes, estaba espiritualmente hambriento, muriéndome de hambre a causa de mis pecados. Entonces, escuché la buena noticia. Alguien me dijo dónde encontrar pan: en Jesús. ¡Y mi vida cambió!». Ahora tenemos el privilegio y la responsabilidad de guiar a otros a este Pan de vida. Podemos hablar de Jesús en nuestro barrio, lugar de trabajo, escuela y sitios de recreo; en la sala de espera, el autobús o el tren, y aprovechar también las amistades para comunicar la buena nueva. Jesús es el Pan de vida. Demos a todos la gran noticia. Señor, quiero testificar de ti en todas partes. Comparte el Pan de vida dondequiera que estés.

lunes, 7 de noviembre de 2016

SI TIENES EL COLLADO DIFICULTAD POR DELANTE…, BEBE DE LA FUENTE INAGOTABLE Y ENCARA

Del arroyo beberá en el camino, por lo cual levantará la cabeza (v. 7). Salmo 110 En lo alto de un pliegue de la Cumbre Jughandle, entre las montañas al norte de nuestra casa, hay un glaciar. La ruta para llegar hasta allí asciende por una cresta empinada y angosta, cubierta de lomas y piedras sueltas. La subida es agotadora. Sin embargo, allí hay un manantial que brota de un terreno blando y cubierto de musgo que atraviesa una pradera exuberante. Es un lugar tranquilo para beber y prepararse para el duro ascenso. En El progreso del peregrino, la clásica alegoría de la vida cristiana, de John Bunyan, Cristiano llega al pie de una empinada subida llamada Collado Dificultad, «… en el que había una fuente […]. Cristiano se acercó a la fuente, bebió y se refrigeró. Emprendió después collado arriba…». Quizá la difícil montaña que enfrentas es un hijo rebelde o un diagnóstico médico grave. El desafío parece insuperable. Antes de enfrentar la próxima tarea difícil, acude a la fuente de refrigerio: Dios. Preséntale tu debilidad, agotamiento, desesperanza, temor y duda, y bebe profundamente de su poder, fortaleza y sabiduría. El Señor conoce todas las circunstancias y te dará un caudal de consuelo y fortaleza espiritual. Él levantará tu cabeza y te dará fuerzas para seguir avanzando. Señor, dame fuerza en mi debilidad, energía en mi agotamiento y fe ante mis dudas. «Aquel que dispone todas las cosas [… dejó] a Cristiano que siguiese su camino». John Bunyan

miércoles, 2 de noviembre de 2016

HABLAR ES UNA NECESIDAD Y ESCUCHAR ES UN ARTE

Es mejor escuchar las suaves palabras del sabio… (v. 17 rvc). Eclesiastés 9:13-18 Hace poco, el esposo de mi sobrina escribió en una red social: «Diría muchas cosas más por la web si no fuera por esta vocecita que me incita a no hacerlo. Como seguidor de Cristo, uno podría pensar que esa voz es el Espíritu Santo. Pero no, no es así. Es mi esposa». La sonrisa que esto genera viene acompañada de una sobria reflexión: las advertencias de un amigo pueden reflejar la sabiduría divina. Eclesiastés 9 afirma que «es mejor escuchar las suaves palabras del sabio» (v. 17 rvc). Las Escrituras nos exhortan a no ser sabios en nuestra propia opinión ni soberbios (Proverbios 3:7; Isaías 5:21; Romanos 12:16). En otras palabras, ¡no debemos creer que tengamos todas las respuestas! Proverbios 19:20 aconseja: «Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez». Ya sea que se trate de un amigo, un cónyuge, un pastor o un compañero de trabajo, Dios puede utilizar a otros para enseñarnos más de su sabiduría. «En el corazón del prudente reposa la sabiduría», declara también Proverbios (14:33). Una manera de incorporar las verdades del Espíritu es descubrir cómo escuchar a los demás y aprender de ellos. Señor, gracias por tu Palabra que me enseña a amarte a ti y a los demás, y por las personas que has colocado en mi vida para recordarme tus verdades. La sabiduría verdadera empieza y termina en Dios.