sábado, 26 de abril de 2008

PROSIGO AL BLANCO

“No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús”.
“Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haber lo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome á lo que está delante”,
“Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús”.
“Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos: y si otra cosa sentís, esto también os revelará Dios”.
(Filipenses 3:12-15)
El camino que cruza la propiedad de cierto hombre es de tierra. En realidad, es una mezcla de arena y arcilla que llaman “marga” en Florida. El camino serpentea entre los altos pinos frente a su casa, y desemboca en el camino rural, que también es de marga. Sin embargo, si vira uno a la izquierda, pronto llega al pavimento. El camino pavimentado sigue por kilómetro y medio más, hasta que conecta con otro camino pavimentado, el que a su vez conduce a la carretera interestatal 95. Por la “I-95”, que es una carretera de alta velocidad de cuatro pistas, uno puede viajar hasta el Estado de Maine.
Si sale de su garaje y toma el camino de marga, puede decir con toda franqueza que va rumbo a Maine. Eso no significa que ha llegado a su destino, ni que llegará antes que cualquier otra persona. No obstante, aunque todavía le quede mucho por andar, y vaya muy retrasado, puede afirmar que ya va en camino.
Si cae en la zanja que bordea el camino rural frente a su casa, y alguien le saca de allí, aún puede decir que va en camino. Sin embargo, si se quedó en la zanja, o vira a la derecha, y no a la izquierda, entonces no puede decir verazmente que va en camino. Sólo va en camino si va en la dirección correcta.
Como cristiano, nos has llegado a la perfección. Sólo ha existido un hombre que vivió la vida perfecta; sólo un hombre que estuvo completamente lleno del Espíritu Santo. Sin embargo, un cristiano es aquel que ha determinado que la dirección de su vida será hacia Jesucristo, no en sentido contrario. Mientras dirijas el rostro hacia Cristo, no importa lo retrasado que vayas, ni que “tu automóvil tenga los neumáticos reventados”, ni que estés más tiempo en la zanja que en la carretera, de cualquier manera irás en camino.
Si llegaste hasta aquí con este blog, es buen indicio de que ya has recorrido un buen tramo del camino, y que estás mucho más cerca de tu destino que cuando empezaste. Quizás no te sientas más cerca. Incluso es posible que las cosas no marchen muy bien en tu vida en este momento. Eso no importa; si has dado tu vida a Jesucristo y has permitido al Espíritu Santo que te llame, vas en la dirección correcta, aunque el progreso sea imperceptible.
Para finalizar, te quiero dejar algunos pensamientos.
En primer lugar, la vida cristiana no está libre de tentaciones. No te dejes engañar con la idea de que, si te parecieras más a Jesucristo, no caerías en tentación. En el libro “El Progreso del Peregrino”, Juan Bunyan hace notar que, incluso a la puerta del cielo hay una senda que conduce al infierno. En otras palabras, nadie que no se encuentre ya en la gloria, podrá llegar al punto en que sea incapaz de errar el camino.
Por otra parte, quisiera recordarte que la vida cristiana jamás está exenta de errores. Los mejores entre nosotros pasan mucho tiempo en las zanjas de la vida. Como señaló alguna vez Charles Allen, la diferencia entre un cordero y un cerdo es ésta: Cuando el cordero cae en una fosa de fango, bala para salir. Cuando cae un cerdo, allí se queda, revolcándose.
Como personas que llevan mucho tiempo en el camino, pasamos buena cantidad de de horas deteniéndonos y diciendo a nuestros amigos y extraños que han caído en la zanja: “Aunque has caído, puedes levantarte y reanudar el viaje”.
Es por eso que tenemos un Salvador, para salvarnos de nuestro pecado.
Un cristiano es aquel que está convencido de que el camino de Cristo es el mejor camino, y se ha comprometido totalmente con ese camino.
En la primera página de una Biblia, hay escrito un recordatorio para su dueño. Dice simplemente:

“No puedo dar marcha atrás, pues he celebrado
Un contrato irrevocable con Dios. He comprometido
Mi vida con Jesucristo, y El me ha dado
La vida eterna”.


Si aún no lo has hecho, te invito a que me acompañes en el camino hacia Dios, con Jesucristo. La fuerza para vivir es tuya cuando te acercas a Cristo. ¡Te insto a que lo hagas ahora mismo!

martes, 22 de abril de 2008

CONFIA A DIOS TODOS LOS DETALLES DE TU VIDA

Cuando Dios te aceptó en su familia, asumió la responsabilidad de tu vida y de tus problemas. El rey David lo expresó mejor que ninguna otra persona lo haya expresado: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”. (Salmo 23:1)
Dios cuenta con recursos infinitos. Cuando confías en El, vas más allá de tu propia comprensión a una dimensión de la fe en la que estás dispuesto a tomar la vida con calma, porque sabes que existe un Dios grande, amoroso, todopoderoso, que cuida de ti. Entonces, ¿qué hay que temer?
¿Cómo se logra esto?
Cuando llegas al punto en que todo lo que posees pertenece a Dios, entonces todo lo que posee Dios te pertenece a ti.
Así de sencillo.
Hay quienes desean conocer la voluntad de Dios de antemano, para determinar si la cumplen o no. Pero Dios revela su voluntad sólo a quienes se han comprometido a cumplirla “pase lo que pase”.
El intelecto humano siempre está tratando de descifrar las cosas. El hombre quiere respuestas a todas sus preguntas hipotéticas. Más Dios no contesta tales preguntas.
Simplemente dice: “Confía en mí”. Esto significa que Dios reserva siempre lo mejor para quienes dejan las decisiones a El. “Encomienda al Señor tu camino, confía en El, que El actuará”. (Salmo 37:5)
“Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa. Considerad los lirios, como crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos.
Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por nosotros, hombres de poca fe!”. (San Lucas 12:23, 27,28)

domingo, 13 de abril de 2008

DA TESTIMONIO DE CRISTO CON TU VIDA Y CON TUS PALABRAS

Dar testimonio de Dios es; simplemente, ser quien eres. No significa que tengas que predicar, ni que tengas que ir de puerta en puerta hablando de Jesús con extraños. Sólo significa vivir para Cristo todos los días, de manera que no sólo tus palabras hablen de Cristo, sino que tu vida también refleje Su vida.
¿Cómo dar testimonio con tu vida? Haciendo lo que hemos estado comentando: Obedeciendo la Palabra de Dios, siendo dirigido y controlado por el Espíritu Santo, manifestando el fruto del Espíritu en tus acciones, en tu comportamiento.
Esto no significa que tengas que convertirte en un mojigato, ponerte ropa rara y renunciar a la diversión. Ni tampoco que tengas que andar con la Biblia en la mano el día entero. Quiere decir, sencillamente, que reconoces estar unido a Jesucristo a toda hora.
Jesucristo lo describió como las ramas unidas a la vid. El es la vid; nosotros las ramas. Si permanecemos unidos, daremos frutos y nuestra vida dará testimonio a todos los que nos rodean.
Una enfermera cristiana que trabajaba en una clínica psiquiátrica tuvo varias oportunidades para hablar de su fe con los demás empleados del establecimiento. Todos la tacharon de rara, pero no protestaron demasiado, ya que era una excelente empleada.
Luego, el hijo mayor de la mujer, a quién ella adoraba, murió en un accidente de motocicleta. Durante las semanas siguientes, todos los médicos hablaron con la enfermera en privado, mostrando admiración por su fe, e inquiriendo acerca de la fuerza interior que manifestaba. Su porte tranquilo y su espíritu sereno ante el dolor profundo eran como “un sermón silencioso” que todos logramos escuchar.
Como testigo de Cristo, afectarás a todo el mundo. “Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero; y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16)
Sin embargo, no basta ser testigo por medio de tu vida.
El crecimiento cristiano significa que también serás testigo con tu boca. Quienes han sido redimidos por el Señor “así lo anunciarán”, afirma el salmista. Eso significa que, una vez que has sido salvo y has sido lleno de su Espíritu Santo, querrás contar a otros acerca de esta maravillosa forma de vivir. Será algo tan natural como hablar de la persona a quien amas, o de tu automóvil nuevo, o de tus hijos o tus nietos. Dios te proporcionará las palabras apropiadas, y te presentará personas receptivas para recibir tu mensaje. Lo único que tienes que hacer es estar siempre disponible.