domingo, 12 de octubre de 2008

DETENCION DE REBELDES

Si… no fuereis rebeldes a la palabra del Señor… haréis bien. (1ª Samuel 12:14)
Oíd, y vivirá vuestra alma. (Isaías 55:3)

En el siglo XVIII, durante las persecuciones contra los protestantes de Escocia, el predicador John Welsh se extravió en las montañas cuando iba a una reunión de creyentes fijada para el día siguiente.
Caía la noche; divisó una casa en la lejanía y se dirigió a ella para pedir asilo, sin importarle si se trataba de la casa de un amigo o de la de un adversario. Pronto se dio cuenta, por la conversación de su huésped, que éste era un enemigo declarado de los protestantes y que su ardiente deseo era hacer comparecer ante los tribunales a cierto John Welsh, cuyo celo todo ponderaban. El pastor no se inmutó y se contentó con decir:
-Estoy en camino para detener a rebeldes. Sé donde hallar a John Welsh. Si usted me quiere acompañar, se lo entregaré mañana.
A la mañana siguiente los dos hombres salieron juntos. Es de adivinar la sorpresa del huésped cuando se halló en medio de personas reunidas para rendir culto al Señor. Y su asombro aumentó todavía más cuando vio que a aquel a quien había alojado la víspera tomaba lugar entre la concurrencia y luego predicaba con el poder dado por Dios mismo. Después de la predicación el hombre se acercó a Welsh y le dijo:-Anoche usted me dijo que iba a detener rebeldes. Soy uno de ellos. Me he rebelado contra Dios, pero su gracia fue la más fuerte y se apoderó de mí.

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