jueves, 11 de septiembre de 2014

EN EL MEDIO DE LA TORMENTA DE LA VIDA AGUDICEMOS NUESTRA VISTA Y NUESTRO OÍDO Y AHÍ ESTÁ... EL GRAN YO SOY... PARA SOCORRERNOS.

Vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. Juan 6:19-20 Señor… Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas. Lamentaciones 3:55-57 (Juan 6:16-21) Era de noche y los discípulos atravesaban el mar de Galilea en una barca agitada por un fuerte viento. Después de haber remado unos 4 ó 5 kilómetros, vieron a Jesús que caminaba sobre el agua e iba hacia ellos. ¡Jesús está por encima de todo: su divino poder domina sobre las leyes y los fenómenos de la naturaleza! ¡Qué extraño! ¡Cuando los suyos lo vieron, tuvieron miedo! La grandeza del Hijo de Dios los llenó de temor. Pero Jesús les dijo: “Yo soy; no temáis”. Así les mostró su amor y el interés que tenía por ellos. Pero aún más, pues pronunció el “Yo soy” de la presencia divina (Éxodo 3:14; Juan 8:58). Dios mismo estaba ahí, presente para socorrer a los suyos en medio del peligro. Amigos creyentes, todavía hoy, en medio de las tempestades de nuestra vida, cuando nuestra energía se agota, podemos oír al Señor Jesús decirnos: “Yo soy; no temáis”. Yo soy su Salvador, su socorro en medio del peligro, su Pastor que nunca los abandonará. Yo soy el que oro por ustedes para que resistan a las tentaciones y a los ataques de Satanás. Soy yo el que dirijo su vida para su bien, ¡incluso si las circunstancias parecen mostrar lo contrario! Como Redentor suyo, soy el que conozco sus debilidades, sus caídas morales, y también soy el que quiere levantarlos. Yo soy el que permite la tempestad, pero tengo el poder para detenerla y para conducirlos a buen puerto.

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