sábado, 26 de julio de 2014

EL VERDADERO DIAGNÓSTICO DEL HOMBRE Y LA MUJER: PECADOR/PECADORA

Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Isaías 1:6 Oh Señor… tú me restablecerás, y harás que viva. Isaías 38:16 Por dondequiera que pasaba, Jesús devolvía la salud a los enfermos. La curación estaba ligada a su mensaje para salvar a los hombres (Lucas 9:6). Pero, ¿en qué orden actuaba el Señor? Cuando Jesús sanó a un paralítico, primero le dijo, como respuesta a su fe: “Tus pecados te son perdonados” (Marcos 2:3-12). Jesús vino a traer a los hombres la salvación del alma, mucho más importante que la curación del cuerpo. Sin embargo, para demostrar que tiene toda la autoridad para perdonar pecados, también devolvió la salud a ese hombre y así mostró su poder y su compasión a la vez. Un médico que sólo se limitase a curar la fiebre o los dolores de cabeza, sin buscar el origen de estos males, carecería de capacidad o conciencia profesional. Nuestro Gran Médico, cuyo diagnóstico es infalible, nos muestra cuál es el verdadero problema del hombre, la causa de todas sus desgracias: una enfermedad moral mortal llamada pecado. Nuestra tendencia es detenernos ante sus manifestaciones visibles: miseria, opresión, desigualdades sociales, angustias, desórdenes de todo tipo, y olvidarnos del verdadero problema para el cual el Señor trae el remedio. Todos, creyentes o incrédulos, pasamos por diferentes pruebas en este mundo, consecuencias más o menos directas del pecado. Aún hoy Jesús puede sanar totalmente a un enfermo si lo considera oportuno, pero siempre dará el perdón, la paz y el gozo eterno al que cree en su nombre: Jesús (Dios salvador).

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