viernes, 11 de julio de 2008

EL REINO DE DIOS SE EXTIENDE

Cuarenta días después de su resurrección. Cristo asciende a los cielos. Deja un grupo de 120 personas que constituyen, por el momento, el reino de Dios sobre la tierra. Pero ¿qué harán 120 en un mundo en que existen tantos poderíos, reinos y potestades? Sin embargo, 120 con Cristo como Señor absoluto de sus vidas, son bastante.
Cuando llega el día de Pentecostés, desciende el poder del Espíritu Santo y los 120 son inflamados por el. Ahora la iglesia cuenta con poder: “¡Tuyo es el reino! ¡Tuyo también es el poder!” Son 120 nomás, pero con el poder de Dios, entonces comienzan a extenderse y a crecer. ¡Y cómo! En aquel mismo día se convierten 3000 personas. Poco después, 5000 varones más se suman al reino. Y así siguen. El reino avanza en forma arrolladora. Comienza a penetrar en otras naciones. ¡Aquellos hombres creen lo que su Señor les ha dicho! Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por lo tanto, id y haced discípulos a TODAS LAS NACIONES. Jesús no les dijo, “Haced discípulos EN las naciones”, sino “A las naciones”. Ellos salen y van a hacer discípulos, no a unos pocos en cada nación, sino a las naciones enteras. ¡Y lo hacen, lo logran! ¡Cambian la historia del mundo! Naciones enteras se convierten a Jesucristo, porque ellos creen que este Jesús tiene toda potestad, que es el Señor. Y ¿quién puede detenerlos?
De esta convicción surge la dinámica de expansión de la iglesia primitiva. De allí ese poder de crecimiento, esa fuerza de avance, ese ímpetu que les lleva a nuevas ciudades y naciones. Ellos tienen conciencia en una tremenda verdad: “Nosotros somos ahora el reino de Dios aquí en la tierra. Y este reino ha de extenderse por su poder”. ¡Y cómo se extiende!
Hoy en día los arqueólogos han descubierto más de 170.000 cráneos humanos en las catacumbas de Roma. ¿Y los que no se han descubierto? ¿Y los que murieron quemados, atravesados por espadas, o arrojados a las fieras en la arena romana? ¿Y los que fueron martirizados en diferentes lugares? ¡Cómo se extendió el reino de Dios en el primer siglo! Costó la vida a muchos, si, pero ¿qué pasó con ellos? ¿Se perdieron? ¡No! Dejaron el reino en la tierra para trasladarse al mismo reino en los cielos. La enseñanza bíblica es que la iglesia consiste de una sola familia, formada tanto por los que están en el cielo como por los que están en la tierra. Mientras que permanecemos aquí, vivimos para hacer la voluntad de Dios en esta tierra como se hace en los cielos.
Dios está llevando a su iglesia a esta realidad en estos días. A que se exprese, a que viva en la tierra como reino de Dios. Tú, como parte de la iglesia, tienes la tremenda responsabilidad de permitir que el reino venga. Que venga a tu vida. Que venga a tu hogar. A todas tus relaciones. ¡OH, que surja sobre la tierra un pueblo que honre, corone y obedezca a Jesucristo como Señor y Rey!

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