miércoles, 14 de mayo de 2014

LO QUE DIOS QUIERE: EL ARREPENTIMIENTO

2 Crónicas 32 - 34 La nueva devoción del pueblo de Judá a Jehová está puesta en prueba por la invasión de Senaquerib. Luego leemos de las respuestas de los reyes Ezequías, Manasés, Amón y Josías a la palabra de Jehová y la necesidad del arrepentimiento. Al volver a leer sobre la invasión de Senaquerib en 2 Reyes 18 – 19, parece que hay mucho que le interesaría al cronista – el discurso del Rabsaces en su soberbia (2 Reyes 18:17-37), el mensaje humilde con que Ezequías le pide oración del profeta Isaías (2 Reyes 19:1-5), la oración ejemplar de Ezequías en la casa de Jehová (2 Reyes 19:14-19), la respuesta de Jehová que confirma su elección de Jerusalén y el pacto con David (2 Reyes 19:20-34, especialmente 19:31-34) y su victoria milagrosa (2 Reyes 19:35-37). El cronista puede repetir muchos temas que le ha interesado en todo 1 y 2 Crónicas en una historia fascinante. Pero el relato del cronista de la invasión parece casi decepcionante en comparación. Añade un discurso de Ezequías para animar al pueblo, pero es de sólo dos versículos (2 Crónicas 32:7-8). Corta mucho del mensaje del siervo de Senaquerib (2 Crónicas 32:9-15); se queda editado con la frase: Y otras cosas más hablaron sus siervos contra Jehová Dios, y contra su siervo Ezequías (2 Crónicas 32:16). El mensaje humilde de Ezequías al profeta Isaías desaparece, y la oración humilde de Ezequías se reduce a un versículo (2 Crónicas 32:20). ¿Qué pasó? ¿Por qué pasó por encima la oportunidad de repetir o expandir varios de sus temas favoritos? Creo que hay dos factores que tenemos que considerar: Primero, puede ser que el cronista creyó que sus lectores conocían bien la historia y ya habrían sacado esas conclusiones al leerla en 2 Reyes e Isaías (a los cuales hace mención en 2 Crónicas 32:32). No hubo necesidad de repetirla en tanto detalle. Segundo, es llamativo que dedica tanto espacio al mensaje de Senaquerib y tan poco a la oración de Ezequías. Note también que hace resaltar la vergüenza de Senaquerib en su derrota y muerte (2 Crónicas 32:21) y la gran bendición a Ezequías y Judá: Así salvó Jehová a Ezequías y a los moradores de Jerusalén de las manos de Senaquerib rey de Asiria, y de las manos de todos; y les dio reposo por todos lados. Y muchos trajeron a Jerusalén ofrenda a Jehová, y ricos presentes a Ezequías rey de Judá; y fue muy engrandecido delante de todas las naciones después de esto (2 Crónicas 32:22-23). ¡Hablamos de la clase de bendición que no hemos visto desde los reinados de David y Salomón! Enumera algunos de estos regalos (2 Crónicas 32:27-30) y los resume con la frase: Y fue prosperado Ezequías en todo lo que hizo (2 Crónicas 32:30). En vez de la muerte de vergüenza de Senaquerib: Durmió Ezequías con sus padres, y lo sepultaron en el lugar más prominente de los sepulcros de los hijos de David, honrándole en su muerte todo Judá y toda Jerusalén (2 Crónicas 32:33). Por eso creo que la intención del cronista fue el comparar la perspectiva pagana sobre los dioses (la multiplicidad de altares; la pluralidad de dioses, cada uno con su poder) con la fidelidad de Jehová en su pacto. En vez de incluir otra oración ejemplar como las de Salomón y Josafat, en vez de repetir una oración conocida por otras fuentes y en vez de poner demasiada atención en Ezequías cuya fidelidad ya ha descrito en detalle, el cronista citó más a Senaquerib… con el propósito de hacer resaltar la fidelidad de Jehová, especialmente en comparación: Contra los dioses de los pueblos de la tierra, que son obra de manos de hombres (2 Crónicas 32:19). Llamativa es la victoria no tanto por la oración y las obras de Ezequías sino por Jehová que protege a Jerusalén y su ungido y que juzga a sus enemigos en justicia. Jehová también castiga a los suyos en justicia si se enaltecen. El cronista se supone que sus lectores ya conocen la historia de la sanación de Ezequías (2 Reyes 20:1-11, resumida en 2 Crónicas 32:24) y su recepción de los embajadores de Babilonia (2 Reyes 20:12-19, resumida en 2 Crónicas 32:25-26); pone en resumen la lección de estos eventos por decir: Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén. Pero Ezequías, después de haberse enaltecido su corazón, se humilló, él y los moradores de Jerusalén; y no vino sobre ellos la ira de Jehová en los días de Ezequías (2 Crónicas 32:25-26). Pero un ejemplo más destacado del arrepentimiento encontramos en Manasés. Primero, superó a todos los demás reyes de Judá en su maldad; para encontrar una comparación, hay que remontar a la época de los cananeos (2 Crónicas 33:2, 9). Como vimos en nuestro comentario sobre 2 Reyes 21, parece que sus rebeliones se dirigen directamente en contra el pacto. Por eso Manasés es el primer rey que sufre la vergüenza de ser encadenado y exiliado (2 Crónicas 33:10-11). Y el cronista añade su ejemplo notable del arrepentimiento: Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios (2 Crónicas 33:12-13). Y si Jehová puede restaurar a un rey tan malvado como Manasés al arrepentirse, cualquier exiliado puede animarse a volver a Jerusalén al arrepentirse de corazón de sus rebeliones contra Jehová. Después de la falta de arrepentimiento de Amón (2 Crónicas 33:23), se destaca otro ejemplo del arrepentimiento verdadero en Josías. Pero en vez de un arrepentimiento solo personal, Josías dirige a todo el pueblo en esa caminata. Limpia la tierra de la idolatría como se hizo en el tiempo de Ezequías (2 Crónicas 31:1); repara el templo como en el tiempo de Joás (2 Crónicas 24:4-14); y en otro gran paso de renovación, respondió en arrepentimiento a la lectura del libro de la ley (2 Crónicas 34:19-21). Cuando se revela que no verá el juicio que viene sobre Jerusalén, responde no por desanimarse sino por reconfirmar el pacto con Jehová (2 Crónicas 34:30-32). Por eso es notable que mientras toda la sociedad de Judá se desliza rápidamente hacia el juicio divino, el cronista señala tres ejemplos del arrepentimiento en Ezequías, Manasés y Josías y entre ellos, la falta de arrepentimiento de Amón. Aunque la sociedad en general está por sufrir la ira justa de Jehová, los líderes con corazón humilde pueden refugiarse en su Dios clemente y misericordia y aún servir como portavoz para anunciar a los demás del remanente el amplio perdón de Jehová a los que se arrepienten y guardan su pacto.

No hay comentarios: