sábado, 26 de octubre de 2013

PERDER Y HALLAR LA VIDA

Lucas 9:18-27 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. —Lucas 9:24 Cuando la Madre Teresa murió, en 1997, la gente volvió a maravillarse ante su ejemplo de servicio humilde a Cristo y a los más necesitados. Pasó 50 años sirviendo a los pobres, los enfermos, los huérfanos y los moribundos a través de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, India. Después de entrevistarla extensamente, el periodista británico Malcolm Muggeridge escribió: «Hoy se habla mucho de descubrir una identidad, como si fuera algo que pueda buscarse, semejante a ganar la lotería; y después, una vez encontrada, acapararla y atesorarla. En realidad, […] cuanto más se gasta, más se enriquece uno. Por eso, la Madre Teresa, al ocultarse, descubre quién es. Nunca conocí a nadie más memorable». Sospecho que muchos tal vez tengamos miedo de lo que pudiera suceder si obedecemos las palabras de Cristo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará» (Lucas 9:23-24). Nuestro Salvador les recordó a sus seguidores que había venido para darnos vida en abundancia (Juan 10:10). Somos llamados a perder nuestra vida por Él, y al hacerlo, descubrimos qué significa vivir con plenitud. Perder la vida por Cristo es hallar una vida plena en Él.

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