viernes, 27 de junio de 2008

“CADA UNO HACIA LO QUE BIEN LE PARECIA”

Cuando Josué muere, Dios levanta a otro: Otoniel. Y después de el, a una sucesión de catorce hombres mas, a quienes se llamaba jueces o libertadores; jueces, porque internamente cumplían la labor de juzgar al pueblo; y libertadores, porque externamente liberaban al pueblo de sus enemigos, por medio de la lucha armada. Precisamente, el libro que sigue a Josué es el de Jueces. En el aparece narrada la historia de Israel desde Josué hasta el penúltimo juez, Sansón.
Durante la época de los jueces, se advierte en la vida de Israel una marcada y progresiva decadencia espiritual, moral y política. Al final de este período la nación está hundida en una situación realmente calamitosa.
Sansón, el penúltimo juez, había muerto. Samuel todavía no aparece en escena. El pueblo desciende cada vez mas bajo en su nivel espiritual y, por lo tanto, en todos los otros niveles. Jueces 17:6 hace una descripción exacta del estado del pueblo:
En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.
La falta de un gobernante responsable determinaba una anarquía general. Ese dicho criollo”Yo hago lo que se me da la gana” Finalmente la no es tan criollo que digamos. Muchos siglos atrás, hubo otro pueblo que tuvo el mismo sentir. Cuando leemos los últimos capítulos de Jueces, cuántas cosas horrendas descubrimos en medio del pueblo de Israel, porque cada uno hacía “lo que se le daba la gana” Allí está, precisamente, la raíz del pecado.
Notemos cómo comienzan casi todos los capítulos finales de jueces. 18:1 En aquellos días no había rey en Israel. 19:1 En aquellos días, cuando no había rey en Israel. Y veamos cómo termina el libro en 21:25: En estos días, no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. Puede un libro tener una conclusión más triste? ¿Puede un autor terminar su relato con una nota más disonante y pesimista?
Para describir la condición actual del mundo, ¿no tendríamos que usar la misma frase? ¿En qué radica la esencia del pecado hoy en día? Cada uno quiere vivir como le parece. No se respetan leyes ni normas. Cada cual anda según su propio antojo. Esa es la médula del pecado del corazón humano.

viernes, 20 de junio de 2008

MOISES Y JOSUE

Dios levanta, entonces, un hombre llamado Moisés, a través de quien, con milagros, señales y prodigios, libra a su pueblo de la esclavitud de Egipto. El Mar Rojo se abrió ante el pueblo para darle paso hacia el desierto. Allí Dios les da la Ley, las ordenanzas tocantes a los sacrificios, a la construcción del Tabernáculo y al orden sacerdotal, y la promesa que iban a entrar a poseer la tierra de Canaán. Sin embargo, por la dureza de sus corazones y por su incredulidad vagan cuarenta años en el desierto, y esa generación no hereda la tierra prometida.
Josué se convierte en el sucesor de Moisés, y es instrumento en las manos de Dios para que el pueblo de Israel –la nueva generación- entre a la tierra de promisión.
Los cinco primeros libros de la Biblia trazan la historia del pueblo de Israel desde Abraham (Génesis 12) hasta la llegada a las puertas de Canaán. Luego sigue el libro de Josué, sucesor de Moisés. Allí relata la entrada a Canaán y la liberación que Dios les da, por mano de Josué, de las naciones que habitan la tierra prometida.

lunes, 9 de junio de 2008

EL DIOS DE ABRAHAM, DE ISAAC Y DE JACOB

La historia del pueblo de Dios comienza en Génesis, capítulo 12. Dios llama a un hombre, Abram –a quien más tarde cambia el nombre por el de Abraham –mientras está en Ur de los Caldeos, y le ordena:

Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre a la tierra que te mostraré.

Abram, entonces, queda confrontado con la disyuntiva del reino. Así como Cristo dice a Pedro y Andrés, Venid en pos de mí… Dios le dice a Abram, Deja tu tierra y tu parentela… y Abram sale. Es el primero en escuchar el llamado del discipulado. Deja todo y se va, sin saber adónde. Dios bendice a Abram y le dice: Haré de ti una nación grande, y te bendeciré. Además, le da una gran promesa: en ti serán benditas todas las familias de la tierra (Génesis 12:2,3).
Abraham era de edad avanzada y aún no tenía hijos, pero creyó a Jehová y le fue contado por justicia (Génesis 15:6). Después de casi 25 años, Dios confirma su promesa dándole un hijo, Isaac. Luego viene la prueba; Dios le pide su hijo, y Abraham es hallado fiel. Entonces, Dios jura por sí mismo diciendo: De cierto te bendeciré, y multiplicaré TU DESCENDENCIA como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar… en TU SIMIENTE serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz (Génesis 22:16-18). Es la primera vez que Dios jura en cuanto a la descendencia de un hombre. En el juramento está implícita su inmutabilidad. Y en este caso dicho juramento es doble: primero, Multiplicaré TU DESCENDENCIA; segundo, en TU SIMIENTE serán benditas todas las naciones de la tierra. Dios jura formar un pueblo para sí de la descendencia de Abraham.
Luego, Isaac tiene dos hijos: Esaú y Jacob. Isaac recibe la bendición dada por Dios a su padre y la transmite a su hijo Jacob. Dios cambia el nombre de Jacob por el de Israel, nombre que también recibe, posteriormente el pueblo de Dios.
Jacob tiene doce hijos, quienes se convierten en cabezas de las doce tribus de Israel. Muchas veces aparece en la Biblia la expresión: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¿Por qué? Porque de allí arranca la historia del pueblo que Dios estaba formando para sí.
Mientras Jacob vive con sus hijos en Canaán, llegan días de hambre en la tierra, y estos descienden a Egipto en busca de alimentos. Allí se establecen. Pasan alrededor de 400 años. Al cabo de este tiempo se comienza a ver el cumplimiento de la promesa: De tu descendencia haré una gran nación. Alrededor de 70 personas habían ido a Egipto, y después de los 400 años, Israel se ha convertido en una gran nación de 2 millones de almas. Pero, ¿en qué condiciones? Muy lamentables, ya que vive sojuzgada, oprimida, dentro de los límites de otra nación, sirviendo a Faraón. En esas circunstancias Dios decide intervenir, ya que no podía tolerar que su pueblo siguiese por más tiempo viviendo así, sirviendo a otro señor.

lunes, 2 de junio de 2008

FONDO HISTORICO DEL REINO DE DIOS

El mensaje de Jesucristo –Arrepentíos, que el reino de Dios se ha acercado- no nació en una inspiración del momento. El reino era el tema del corazón de Dios aun desde siglos antes de que Cristo viniera a esta tierra. Lo vemos esbozándolo a través de toda la Biblia. Consideremos, pues, su fondo histórico, su trayectoria en todo el Antiguo Testamento, hasta los días del Nuevo Testamento.
Muchos de los lectores conocerán la historia del Antiguo Testamento. Pero nuestra intención no es simplemente relatarla una vez más, sino señalar en ella el desarrollo de los propósitos de Dios hasta llegar a la realización de su reino en la iglesia.
Si Cristo es Señor de mi vida y de la tuya, y si formamos parte de aquella comunidad que la Biblia llama la iglesia, entonces, El es Señor de la iglesia. Pero, si Cristo no es Señor de nuestras vidas, no podremos decir que lo sea de la iglesia. Cuando toda la comunidad le reconoce como tal, y cada uno va adquiriendo la misma convicción, Cristo llega a ser, entonces, el Señor de la iglesia, y en ella se realiza y desarrolla el reino de Dios.