lunes, 9 de junio de 2008

EL DIOS DE ABRAHAM, DE ISAAC Y DE JACOB

La historia del pueblo de Dios comienza en Génesis, capítulo 12. Dios llama a un hombre, Abram –a quien más tarde cambia el nombre por el de Abraham –mientras está en Ur de los Caldeos, y le ordena:

Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre a la tierra que te mostraré.

Abram, entonces, queda confrontado con la disyuntiva del reino. Así como Cristo dice a Pedro y Andrés, Venid en pos de mí… Dios le dice a Abram, Deja tu tierra y tu parentela… y Abram sale. Es el primero en escuchar el llamado del discipulado. Deja todo y se va, sin saber adónde. Dios bendice a Abram y le dice: Haré de ti una nación grande, y te bendeciré. Además, le da una gran promesa: en ti serán benditas todas las familias de la tierra (Génesis 12:2,3).
Abraham era de edad avanzada y aún no tenía hijos, pero creyó a Jehová y le fue contado por justicia (Génesis 15:6). Después de casi 25 años, Dios confirma su promesa dándole un hijo, Isaac. Luego viene la prueba; Dios le pide su hijo, y Abraham es hallado fiel. Entonces, Dios jura por sí mismo diciendo: De cierto te bendeciré, y multiplicaré TU DESCENDENCIA como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar… en TU SIMIENTE serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz (Génesis 22:16-18). Es la primera vez que Dios jura en cuanto a la descendencia de un hombre. En el juramento está implícita su inmutabilidad. Y en este caso dicho juramento es doble: primero, Multiplicaré TU DESCENDENCIA; segundo, en TU SIMIENTE serán benditas todas las naciones de la tierra. Dios jura formar un pueblo para sí de la descendencia de Abraham.
Luego, Isaac tiene dos hijos: Esaú y Jacob. Isaac recibe la bendición dada por Dios a su padre y la transmite a su hijo Jacob. Dios cambia el nombre de Jacob por el de Israel, nombre que también recibe, posteriormente el pueblo de Dios.
Jacob tiene doce hijos, quienes se convierten en cabezas de las doce tribus de Israel. Muchas veces aparece en la Biblia la expresión: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¿Por qué? Porque de allí arranca la historia del pueblo que Dios estaba formando para sí.
Mientras Jacob vive con sus hijos en Canaán, llegan días de hambre en la tierra, y estos descienden a Egipto en busca de alimentos. Allí se establecen. Pasan alrededor de 400 años. Al cabo de este tiempo se comienza a ver el cumplimiento de la promesa: De tu descendencia haré una gran nación. Alrededor de 70 personas habían ido a Egipto, y después de los 400 años, Israel se ha convertido en una gran nación de 2 millones de almas. Pero, ¿en qué condiciones? Muy lamentables, ya que vive sojuzgada, oprimida, dentro de los límites de otra nación, sirviendo a Faraón. En esas circunstancias Dios decide intervenir, ya que no podía tolerar que su pueblo siguiese por más tiempo viviendo así, sirviendo a otro señor.

No hay comentarios: