viernes, 22 de febrero de 2008

FIN

Si el lector/a no me ha seguido paso a paso conforme haya leído estas páginas, lo siento de veras. Do poco valor es la lectura de un libro, a no ser que las verdades que se presentan a la mente sean comprendidas, apropiadas y llevadas a la práctica. Parésese éste al que contempla los alimentos copiosos en un escaparate de casa de comidas y queda, sin embargo, hambriento por no comer personalmente de ellos. En vano, querido lector/a, nos hemos encontrado tú y yo, a no ser que hayas aceptado por fe viva a Jesucristo, mi Señor. De mi parte hubo un deseo marcado de hacerte bien y he hecho lo mejor que he podido para este fin. Siento no haberte podido comunicar un bien positivo, porque anhelaba de veras conseguir este privilegio. Pensaba en ti al escribir esta página y he pedido solemnemente a Dios por todos los que leyeran. Estoy segurísimo que gran número de lectores serán bendecidos por su lectura, aún cuando tú no quieras ser de éste número. Pero ¿por qué rehusarás tú mi testimonio? Si no deseas la bendición especial que yo te hubiera llevado, hágame el favor al menos de admitir que la culpa de tu condena final no me la imputarás a mí. Cuando tengas que enfrentar el Gran Trono Blanco, no podrás culparme de haber usado mal la atención que bondadosamente me concediste al leer esta obrita. El Señor es mi testigo, abogado y Juez (por que yo no estaré en el Gran Trono Blanco, pero sí en el Tribunal de Cristo por donde pasaremos todos los creyentes en Cristo para recibir de acuerdo a lo que hayamos hecho lo que corresponda) quién ha visto como he escrito cada renglón para tú bien eterno. En espíritu pongo ahora mi mano en la tuya y te doy un fuerte apretón. ¿Lo sientes? Con lágrimas en los ojos te miro, diciendo: ¿Por qué quieres morir? ¿No quieres dedicar un momento a los asuntos de tu alma? ¿Querrás perecer por puro descuido? ¡Lejos sea esto de ti! Pesa solemnemente estas cosas, poniendo fundamento firme para la eternidad. No rehúses a Jesús Autor y consumador de la fe, su amor, su sangre, su perdón, su salvación. ¿Por qué lo harías? ¿Podrás hacerlo?
¡TE CONJURO que no vuelvas la espalda a tu Redentor!
Si, en cambio, mi oración ha tenido contestación y tú, querido lector/a, hayas sido conducido a confiar en el Señor Jesús aceptando del mismo la salvación por gracia, en tal caso, aférrate para siempre a esta doctrina y a este modo de vivir y proceder. Sea Jesús tu todo en todo y permite que la gracia inmerecida sea la regla única por la cual vivas y te muevas. No hay vida como la del que vive disfrutando del favor de Dios. Recibir todo cual don gratuito, esto, guarda la mente del orgullo del mérito propio y del remordimiento de las acusaciones de la conciencia desesperada. Esta vida por gracia calienta el corazón llenándolo de amor agradecido y así produce un sentimiento en el alma infinitamente más aceptable para Dios que todo cuanto pudiera proceder de un amor de esclavo. Los que procuran salvarse haciendo lo mejor que puedan, no saben nada del fervor ardiente, del santo celo, del gozo en Dios que nacen de la salvación gratuitamente recibida según la gracia de Dios. El espíritu de servidumbre de la salvación mediante el mérito propio, o sea por el cumplimiento de los mandamientos, nada tiene de comparable con el espíritu gozoso de la adopción. Más virtud real hay en la menor emoción de la fe que en todos los esfuerzos del esclavo de la ley o en toda la maquinaria de los devotos que procuran subir al cielo por la escalera de las ceremonias. La fe es cosa espiritual y Dios que es Espíritu se deleita en ella por esa razón. Años enteros de rezos, de acudir a las iglesias o capillas, a los santuarios; años enteros de ritos, de ceremonias, de penitencias, pueden ser otras abominaciones a la vista de nuestro Dios que es Espíritu. Pero una mirada del ojo de la verdadera fe es espiritual y por lo mismo a su gusto. “Dios es Espíritu y busca adoradores que le adoren en Espíritu y en Verdad.” Y “Gloria de hombres no recibe.” Si no la que se produce inspirada por su mismo Espíritu Santo.

No hay comentarios: