sábado, 20 de mayo de 2017

LLAMAMIENTO A VOLVER A DIOS

Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. (Zacarías 1:1-6) "En el octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra del señor al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo:" En el octavo mes, del año segundo de Darío. La fecha fue dada durante el reinado de un rey gentil, porque en esa época no había rey en la tierra de Israel, ni en la de Judá. El linaje de David ya no estaba en el trono, y había comenzado lo que se denominó "el tiempo de los gentiles". El segundo año del rey Darío fue el mismo año en que inició su profecía Hageo. Hageo comenzó a profetizar en el mes sexto del segundo año del rey Darío. La fecha de inicio de la profecía de Zacarías: fue el año 520 A.C. Zacarías inició su profecía en el mes octavo. Durante este mes Hageo no comunicó ningún mensaje profético; había profetizado durante el mes de septiembre, en octubre y en diciembre, pero no en noviembre. Este dato es una nueva confirmación de que Hageo y Zacarías eran contemporáneos. Zacarías utilizó una expresión que también fue lenguaje de Hageo: vino palabra de Jehová. Es decir, él habló respaldado por la misma autoridad con la que habló Hageo. Esa frase se repite 14 veces a lo largo de este libro. El énfasis y la autoridad del libro radican en esta afirmación. Luego, en el versículo 2 de este primer capítulo de Zacarías, leemos: "Se enojó el Señor en gran manera contra vuestros padres." Este profeta habló con la misma autoridad que lo hizo Hageo. Es decir, que esta es la palabra de Jehová. Él habló al remanente que había regresado. Y está advirtiéndoles que no sigan en los pasos o en los caminos, que habían recorrido sus padres antes de ser llevados a la cautividad. Él les dijo: "La razón por la cual vosotros fuisteis a la cautividad fue porque el Señor estaba disgustado con vuestros padres. Ellos habían pecado contra Dios. Ahora nosotros no queremos cometer la misma equivocación". En el versículo 3, él dijo: "Diles, pues: Así ha dicho el Señor de los ejércitos:" Nuevamente nos encontramos con la misma expresión: Así ha dicho el Señor de los ejércitos. Es interesante notar cómo se nombra en este versículo a Dios: se le llamó "el Señor de los ejércitos". Muchos de los títulos que se le han dado a Dios han llegado a perder su significado para nosotros. Bien, ¿qué es lo que quiere decir en realidad "el Señor de los ejércitos"? En todo el libro se mencionó esta expresión unas 52 veces. Es, por lo tanto, una expresión que tiene su importancia. Ahora, la palabra "ejércitos" es la palabra hebrea "haba", y significa servicio o fortaleza, o aun guerra. El Señor de los ejércitos significa que "dispone de recursos sin límites que están a su disposición para el bien de Su pueblo". Como también los tenemos hoy, los hijos de Dios, los creyentes, según escribió el apóstol Pablo: "Él es rico en misericordia". (Efesios 2:4). Dios tiene todo poder. Así es que podemos preguntarle: ¿Qué es lo que necesita usted hoy, amigo oyente? ¿Un poco de misericordia? Bueno, Él la tiene en abundancia. Él es rico en misericordia. Él puede darle misericordia a usted. Él es "el Señor de los ejércitos". Notemos ahora lo que dice este versículo 3, del capítulo 1 de Zacarías: "Diles, pues: Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Volveos a mí, dice el Señor de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho el Señor de los ejércitos." Habrá observado que la expresión "el Señor de los ejércitos" se reitera tres veces en este versículo, y luego se vuelve a mencionar en el siguiente versículo. Veamos lo que Dios dijo en el versículo 4: "No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice el Señor." Esta fue una advertencia para el pueblo. El libro comenzó de una forma muy práctica, ¿no le parece? Lo que Dios estaba diciendo aquí era lo siguiente: "Vuestros padres no querían prestarle atención a los profetas que Yo les envié. Yo les envié a Oseas, les envié a Joel, envié a Amós. También envié a Isaías y Jeremías. Envié a todos esos profetas, y ellos no les escucharon. No prestaron atención a ninguno de ellos. Esa es la razón por la cual fuisteis a la cautividad". Por eso dice en este versículo 4: "No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice el Señor." Luego, en el versículo 5, Dios les formuló la siguiente pregunta: "Vuestros padres, ¿dónde están? y los profetas, ¿han de vivir para siempre?" El pueblo de Israel ya no podía escuchar las voces de los profetas. Es decir, otros profetas como Jeremías, Isaías, Oseas, Joel y Amós ya habían muerto. Sus voces fueron silenciadas. Dios también les preguntó, ¿dónde están vuestros padres? Bueno, la generación anterior, los padres, todos ellos estaban sepultados en Babilonia. Pero ése no era un lugar apropiado para un israelita, porque para los hebreos siempre fue muy importante el ser sepultado en su propia tierra. Aun Jacob, ya anciano, en la tierra de Egipto, hizo jurar a José, su hijo, que no le sepultaría en Egipto. Él quería ser llevado y sepultado en la tierra de sus padres, y allí es donde descansan sus restos, en Hebrón, en Israel. Y, ¿por qué ese anhelo de regresar a la tierra de los antepasados? Jacob confiaba que el día, cuando Dios le va a levantar de los muertos, junto con los demás patriarcas, los israelitas piadosos, vivirían en esa tierra prometida. Esa era su esperanza, de ser resucitados de la muerte, allí en su tierra. Y por tanto, todos querían recibir sepultura en su tierra. Si usted ha tenido oportunidad de visitar la ciudad de Jerusalén, en Israel, sabe que ante las puertas orientales, sobre el valle de Hebrón, y hasta la ladera del Monte de los Olivos, hay muchísimas tumbas de israelitas que fueron sepultados allí. ¿Por qué fueron sepultados allí? La razón principal es que allí esperan ver al Mesías llegar un día a la tierra. La pregunta de Zacarías es muy pertinente, "vuestros padres, ¿dónde están?" Bueno, ellos fueron sepultados en Babilonia, al lado de los canales de Babilonia. No era el lugar apropiado para un israelita el recibir sepultura lejos de la tierra, la tierra prometida, porque su esperanza se encontraba lejos, en esta tierra de Israel. Debía ser muy triste, y hasta traumático, para aquellos que regresaron de la cautividad, de Babilonia, y debían dejar a sus seres queridos, a sus familias, sepultados en tierra extraña, en tierra de esclavitud, vergüenza y humillación. Dios les hizo una seria advertencia. Y luego dijo, en el versículo 6 de este capítulo 1 de Zacarías: "Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis siervos los profetas, ¿no alcanzaron a vuestros padres?" Es decir, ¿no sucedió así con vuestros padres? Vino el juicio, o sea que, vuestros pecados os han alcanzado. El versículo 6 concluye diciendo: "Por eso volvieron ellos y dijeron: Como el Señor de los ejércitos pensó tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme a nuestras obras, así lo hizo con nosotros." Así que, finalmente, ellos estaban dispuestos a admitir que todo lo malo que les había sucedido como juicio de parte de Dios, era justo, porque Él les había advertido de las nefastas consecuencias. Pero ellos no le habían escuchado. Ahora Zacarías estaba presentando nuevamente una advertencia al pueblo. ¿Qué podemos aprender para nuestras vidas acerca de lo que acabamos de leer? Encontramos por un lado advertencias y por otra parte un llamado: advertencia a no tomar en vano los consejos de Dios; y un llamado a volver a Él, con arrepentimiento

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