domingo, 5 de febrero de 2017

JESUCRISTO EL ES LA ROSA DE SARÓN Y EL LIRIO DE LOS VALLES

Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Salmo 19:1). Salmo 136:1-9 Hoy me crucé con una pequeña flor púrpura que crecía solitaria en una pradera, la cual, citando la maravillosa frase del poeta Thomas Gray, «desperdiciaba su dulzura en el aire del desierto». Estoy seguro de que nadie la había visto antes y que quizá nadie la vuelva a ver. Pensé: ¿Por qué esta belleza en este lugar? La naturaleza nunca está de más, ya que exhibe diariamente la verdad, la bondad y la hermosura de Aquel que la creó. Cada día, nos declara de forma novedosa y renovada la gloria de Dios. ¿Veo al Señor a través de esa belleza o simplemente la miro y sigo indiferente mi camino? Nuestra respuesta puede ser alabanza, adoración y gratitud ante el brillo de un aciano, el esplendor de un amanecer, la simetría de un cierto árbol. El escritor C. S. Lewis describe una caminata por el bosque durante un cálido día de verano. Acababa de preguntarle a su amigo cómo cultivar un corazón agradecido a Dios. Su compañero de excursión se dirigió a un arroyo cercano, se mojó la cara y las manos, y preguntó: « ¿Por qué no empezar con esto?». Lewis dijo que allí aprendió un gran principio: «Empieza donde estés». Una pequeña cascada, el viento en las hojas, un pequeño ruiseñor, una flor diminuta. ¿Qué tal si empezamos a dar gracias por estas cosas? Pero está el broche de belleza y de incalculable valor que hizo el Señor nuestro Dios: Isaías 53:2 2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. 13 He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. 14 Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, 15 así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído. Señor, gracias porque tu belleza se refleja en la naturaleza.

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