sábado, 12 de noviembre de 2016

ESTE ES EL PAN VERDADERO Y NO HAY QUE GANÁRSELO NI HAY QUE COMPRARLO…, VIENE DE REGALO

Yo soy el pan de vida (v. 48). Juan 6:34-51 Alguien que vive en una pequeña ciudad mejicana comentó que todas las mañanas y las tardes puede escucharse un grito distintivo: «¡Paaan!». Un hombre en una bicicleta, con una canasta enorme, ofrece una gran variedad de panes frescos, dulces y salados. Antes, vivía en una ciudad más grande, donde tenía que ir a comprar pan a la panadería, pero ahora, disfruta que se lo traigan fresco a la casa. Pasando de la idea del alimento físico al hambre espiritual, pienso en las palabras de Jesús: «Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre» (Juan 6:51). Alguien dijo que evangelizar consiste en que un mendigo le dice a otro dónde encontrar pan. Muchos podemos afirmar: «Antes, estaba espiritualmente hambriento, muriéndome de hambre a causa de mis pecados. Entonces, escuché la buena noticia. Alguien me dijo dónde encontrar pan: en Jesús. ¡Y mi vida cambió!». Ahora tenemos el privilegio y la responsabilidad de guiar a otros a este Pan de vida. Podemos hablar de Jesús en nuestro barrio, lugar de trabajo, escuela y sitios de recreo; en la sala de espera, el autobús o el tren, y aprovechar también las amistades para comunicar la buena nueva. Jesús es el Pan de vida. Demos a todos la gran noticia. Señor, quiero testificar de ti en todas partes. Comparte el Pan de vida dondequiera que estés.

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