jueves, 8 de enero de 2009

MÁS PELIGROSO QUE LA BOMBA ATOMICA

Los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra (la Palabra de Dios), guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos. (2ª Pedro 3:7)

El hombre domina la naturaleza, pero no se domina a sí mismo, y éste es su más grande problema. La Biblia no condena la ciencia, ni las capacidades del hombre, las presenta como dones de Dios que el hombre debe administrar con sumisión a su Creador. De hecho, cuando la ciencia termina en desastres, no es culpa de la ciencia sino del indómito corazón humano que usa su poder contra Dios. En sí misma la bomba atómica no representa ningún peligro. Es sólo un objeto. Lo que es terriblemente peligroso es el hombre tentado de valerse de ella.
La Biblia nos dice que el Hijo de Dios, creador del universo, es también “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3)
Pero llegará la hora en que destruirá totalmente la tierra, esa maravilla salida de sus manos. ¿Por qué? Porque está mancillada por el pecado de los hombres. Después de ese terrible acto. Dios cumplirá otro todavía más aterrador: el juicio y la destrucción de los hombres impíos.
Dios sigue manteniendo el movimiento de los astros y la vida en la tierra, dejando que los seres humanos se organicen a su antojo. Con paciencia multiplica sus llamados hacia ellos, urgiéndolos a creer en la obra expiatoria de Jesús. Pero ese tiempo de la gracia acabará para dar lugar al “gran día” de la “ira del Cordero” (Apocalipsis 6:16-17).
“Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15)

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