viernes, 14 de noviembre de 2008

VIGILANCIA AEREA

Los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. (2 Crónicas 16:9)

Los caminos del hombre están ante los ojos del Señor. (Proverbios 5:21)

Los grandes carteles que bordean las autopistas de Quebec (Canadá) nos advierten que el tránsito es objeto de vigilancia aérea. Esa advertencia pone en guardia al conductor contra toda tentación de infracción, pero también le da la seguridad de disponer de socorro en caso de accidente o de dificultades mecánicas en esas extensiones a veces muy desiertas. Sin embargo, sea represiva o caritativa, la anunciada vigilancia tiene un efecto muy relativo.
¿No nos hace pensar esto en una vigilancia celestial a la vez más vigilante y más compasiva? De lo alto de la gloria del cielo Dios observa a esos hombres a los que ama.
¿Se trata de sus hijos? Entonces es para velar sobre ellos, protegerlos y traerlos de vuelta si corren el peligro de extraviarse. Su meta es la de trabajar mediante su Espíritu en cada creyente para hacerle hacer progresos espirituales y así llevarle a parecerse cada día más al divino Modelo: Jesucristo mismo. Nada escapa al ojo de Dios y el filme de nuestra vida se estampa, jalonado por concretos testimonios de su gracia. “Hasta que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).
En cambio, ¿se trata de inconversos? El trabajo del amor de dios consiste en invitarlos a arrepentirse y a acudir a Jesucristo para tener la vida eterna. Se hace cargo de las circunstancias de sus vidas con el propósito de tenerlos y hablarles a sus conciencias y corazones.

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