domingo, 13 de abril de 2008

DA TESTIMONIO DE CRISTO CON TU VIDA Y CON TUS PALABRAS

Dar testimonio de Dios es; simplemente, ser quien eres. No significa que tengas que predicar, ni que tengas que ir de puerta en puerta hablando de Jesús con extraños. Sólo significa vivir para Cristo todos los días, de manera que no sólo tus palabras hablen de Cristo, sino que tu vida también refleje Su vida.
¿Cómo dar testimonio con tu vida? Haciendo lo que hemos estado comentando: Obedeciendo la Palabra de Dios, siendo dirigido y controlado por el Espíritu Santo, manifestando el fruto del Espíritu en tus acciones, en tu comportamiento.
Esto no significa que tengas que convertirte en un mojigato, ponerte ropa rara y renunciar a la diversión. Ni tampoco que tengas que andar con la Biblia en la mano el día entero. Quiere decir, sencillamente, que reconoces estar unido a Jesucristo a toda hora.
Jesucristo lo describió como las ramas unidas a la vid. El es la vid; nosotros las ramas. Si permanecemos unidos, daremos frutos y nuestra vida dará testimonio a todos los que nos rodean.
Una enfermera cristiana que trabajaba en una clínica psiquiátrica tuvo varias oportunidades para hablar de su fe con los demás empleados del establecimiento. Todos la tacharon de rara, pero no protestaron demasiado, ya que era una excelente empleada.
Luego, el hijo mayor de la mujer, a quién ella adoraba, murió en un accidente de motocicleta. Durante las semanas siguientes, todos los médicos hablaron con la enfermera en privado, mostrando admiración por su fe, e inquiriendo acerca de la fuerza interior que manifestaba. Su porte tranquilo y su espíritu sereno ante el dolor profundo eran como “un sermón silencioso” que todos logramos escuchar.
Como testigo de Cristo, afectarás a todo el mundo. “Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero; y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16)
Sin embargo, no basta ser testigo por medio de tu vida.
El crecimiento cristiano significa que también serás testigo con tu boca. Quienes han sido redimidos por el Señor “así lo anunciarán”, afirma el salmista. Eso significa que, una vez que has sido salvo y has sido lleno de su Espíritu Santo, querrás contar a otros acerca de esta maravillosa forma de vivir. Será algo tan natural como hablar de la persona a quien amas, o de tu automóvil nuevo, o de tus hijos o tus nietos. Dios te proporcionará las palabras apropiadas, y te presentará personas receptivas para recibir tu mensaje. Lo único que tienes que hacer es estar siempre disponible.

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