domingo, 23 de noviembre de 2008

ACCIDENTE EN LOS ALPES

Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte. (Proverbios 14:12: 16:25)

Anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. (Eclesiastés 11:9)

Un joven turista que no tenía experiencia en lo que es la montaña, descubrió una mata de magníficas flores junto a una roca que estaba al borde de un precipicio. Impaciente por recogerlas, se abalanzó en su dirección, sin ver el precipicio al borde del cual ellas habían crecido. Un lugareño que se hallaba en el paraje lo vio y le gritó: -¡Cuidado, joven! ¡Peligro! El obstinado imprudente respondió: -¡Quiero esas flores! Y prosiguió su ascensión. El montañés le dirigió una nueva advertencia, diciendo: -¡Deténgase, si tiene apego a la vida! ¡Cuidado con el precipicio! Era gastar pólvora en chimangos; el joven estaba muy resuelto a obtener las flores que codiciaba. Alargó la mano para tomarlas y se le oyó decir: -¡Las tengo! En el mismo instante la roca cedió bajo su peso y el desdichado se precipitó en el abismo.
Una suerte mucho más terrible todavía aguarda a los que rehúsan prestar oído a las advertencias de la Palabra de Dios. El hombre cuyos pensamientos se limitan a las cosas terrenales persigue ávidamente la satisfacción de sus deseos sin preocuparse por su eterno porvenir. Las flores al borde del abismo tienen muy diversos aspectos: honores, riqueza, comodidad, aspiraciones de noble apariencia o placeres inconfesables. Todo esto tiene el mismo desastroso efecto: apartar los pensamientos del final vencimiento: la muerte y el juicio. Dios nos advierte. Deténgase, pues, para aceptar la salvación que él le ofrece.

viernes, 14 de noviembre de 2008

VIGILANCIA AEREA

Los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. (2 Crónicas 16:9)

Los caminos del hombre están ante los ojos del Señor. (Proverbios 5:21)

Los grandes carteles que bordean las autopistas de Quebec (Canadá) nos advierten que el tránsito es objeto de vigilancia aérea. Esa advertencia pone en guardia al conductor contra toda tentación de infracción, pero también le da la seguridad de disponer de socorro en caso de accidente o de dificultades mecánicas en esas extensiones a veces muy desiertas. Sin embargo, sea represiva o caritativa, la anunciada vigilancia tiene un efecto muy relativo.
¿No nos hace pensar esto en una vigilancia celestial a la vez más vigilante y más compasiva? De lo alto de la gloria del cielo Dios observa a esos hombres a los que ama.
¿Se trata de sus hijos? Entonces es para velar sobre ellos, protegerlos y traerlos de vuelta si corren el peligro de extraviarse. Su meta es la de trabajar mediante su Espíritu en cada creyente para hacerle hacer progresos espirituales y así llevarle a parecerse cada día más al divino Modelo: Jesucristo mismo. Nada escapa al ojo de Dios y el filme de nuestra vida se estampa, jalonado por concretos testimonios de su gracia. “Hasta que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).
En cambio, ¿se trata de inconversos? El trabajo del amor de dios consiste en invitarlos a arrepentirse y a acudir a Jesucristo para tener la vida eterna. Se hace cargo de las circunstancias de sus vidas con el propósito de tenerlos y hablarles a sus conciencias y corazones.